miércoles, 10 de febrero de 2016

Entrevista capotiana a Kepa Murua

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Kepa Murua.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El Chocó, en el Pacífico colombiano.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, prefiero a la gente. He tardado tiempo en darme cuenta de que el arte esencial de la vida es conocer a la gente.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Muy pocos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que sean como son, que guarden las distancias oportunas y que digan lo que tienen que decir en el momento adecuado.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera? 
Eso creo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Pasear es una de mis aficiones.
¿Qué le da más miedo?
Perder la cabeza.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El tipo de liderazgo de algunos responsables institucionales y políticos que no se corresponde con los tiempos en los que vivimos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Hubiera sido futbolista.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Boxeo y nado.
¿Sabe cocinar?
Lo justo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Rasputín.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Esperanza.
¿Y la más peligrosa?
Locura.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar, no; pero sí tirarlo por la ventana.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy un demócrata convencido, y eso que siento y observo que no se tienen en cuenta ni mis ideas ni mi visión de las cosas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
En realidad no somos como pensamos que somos, sino como nos ven los demás. Y los demás me ven como un intelectual serio y distante, y a mí me gustaría ser más cercano y amigable. Me conformo con pensar que podría ser un buen profesor de matemáticas, por ejemplo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Los dulces.
¿Y sus virtudes?
Soy un hombre dispuesto a aprender de la vida y de los demás.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
A menudo lo he pensado mientras nadaba. Podría decir que me gustaría pensar que he vivido lo suficiente para dejarme ir en ese momento. Sin embargo, no sé por qué, pero creo que la imagen sería la siguiente: yo mismo dentro de una lavadora gigante, girando sobre mí mismo y mis recuerdos, mientras intento abrir los ojos por última vez.

T. M.