lunes, 21 de marzo de 2016

Entrevista capotiana a Juan José Rosado

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan José Rosado.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Granada, es pueblo y ciudad. Y además contiene un gran castillo y un bosque frondoso para imaginar mejor. Por si lo dicho fuera poco, también me lanzo a decir que Granada es una ciudad en la que la cultura se nota en la calle y ha parido a algunos de los más grandes heterodoxos del siglo XX.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero la gente que no son animales.
¿Es usted cruel?
No, de momento.  
¿Tiene muchos amigos?
No, tengo pocos. Por eso siempre he envidiado a Roberto Carlos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sentirme a gusto conversando con ellos. Si no se da esta condición no puede crecer la amistad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Me han decepcionado algunas personas. Al final te haces a la idea de que la decepción forma parte de la vida y lo asumes.
¿Es usted una persona sincera?
Lo justo y necesario. Está demostrado que la sinceridad militante ocasiona problemas de convivencia.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Despreocupado.
¿Qué le da más miedo?
La cantidad tan grande de imbéciles que hay. Son tantos que ya conforman corrientes de opinión influyentes.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
El cinismo y la ignorancia orgullosa de serlo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Pintar, de hecho de vez en cuando cojo los pinceles.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
La gimnasia acuática. Avanzar por el agua como el protagonista de Apocalypse Now tiene algo perturbador que engancha.
¿Sabe cocinar?
Tengo formación en la cocina de estudiante universitario, y poco más. Mis mejillones al vapor son muy celebrados.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Como soy un admirador de Salinger, elegiría a Holden Caulfield.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No se trata de elegir palabras valiosas sino más bien de no desvirtuar su uso.
¿Y la más peligrosa?
Me preocupa mucho más que las palabras peligrosas se disfracen con eufemismos.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, pero sí he tenido que idear un crimen concienzudamente para escribirlo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Si me lo permites, me voy a inventar mi tendencia: perplejo. Pienso como casi todo el mundo que la política debe servir para desarrollar una sociedad más justa (en la medida de lo posible), y la diferencia de bastantes políticos entre lo que afirman y lo que se proponen me deja, eso, perplejo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Paseante, si fuera una profesión claro está. Caminar es lo que más me gusta hacer.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Son tan prosaicos que me da vergüenza decirlos.
¿Y sus virtudes?
Lo mismo que en la pregunta anterior.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Te habría agradecido que la entrevista tuviera una pregunta tipo final feliz. Para tener malos pensamientos ya está  la realidad y la literatura.

T. M.