viernes, 25 de marzo de 2016

Entrevista capotiana a Juan Peña

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Peña.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El jardín de los Finzi Contini. Quería vivir en ese título ya antes, incluso, de leer la novela. Y llegar a viejo y morir de indolencia.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero la buena gente a los animales.
¿Es usted cruel?
No, salvo a veces, conmigo mismo.
¿Tiene muchos amigos?
Muy pocos. Pero algunos más si incluyo a los epistolares, con los que cruzo libros y emails; a algunos les tengo hondo aprecio y cariño.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
A la persona amada no se le buscan ni se le exigen cualidades. Con un amigo pasa lo mismo. Basta con que se deje querer.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
En eso son como los hijos. Se les quiere a pesar de sus cosas.
¿Es usted una persona sincera? 
Miento con frecuencia por respeto a mí y a los demás. Detesto, sin embargo, engañar, salvo en defensa propia.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, viendo películas, o entretenido con alguno de los intereses o curiosidades que me han ido surgiendo a los largo de los años: la letra gótica, los aceites esenciales, las piedras, los cuencos del Himalaya, el oud (un aceite esencial que tiene la peculiaridad de ser carísimo y oler a establo) la fruta liofilizada, el shakuachi (una flauta japonesa imposible de tocar), los higos secos… 
¿Qué le da más miedo?
Es un miedo de baja intensidad, pero continuo: saber que la vida es un jardín y al mismo tiempo un campo de minas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
No me escandalizo por nada. Sí me maravillo, por la belleza, por ejemplo (física y metafísica). Ya sabemos de sobra que la naturaleza humana está llena de abismos. El horror, la crueldad, la mezquindad; todo eso está ahí desde siempre, al acecho, maquillado. No, nada de eso me escandaliza; me duele, eso sí, me daña, me entristece.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Dedicarme a la ciencia. Cada vez veo más cerca la ciencia  y la poesía. Los nuevos descubrimientos científicos son cada vez más difíciles de comprender sin la intuición poética. Es curioso que cuanto más sabemos del cosmos y la naturaleza, más se ensancha el misterio. Fue Einstein el que dijo: La más bella y profunda experiencia que puede tener un hombre es la sensación de misterio.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Andar, de mi casa al trabajo y del trabajo a casa.
¿Sabe cocinar?
No. Pero hago unos espagueti al ajo que, según me dicen, no los superan siquiera los mejores restaurantes italianos.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi sobrina Olga. Es madre de cuatro criaturas, y aun así sostiene su trabajo de profesora en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Es el ser más fuerte y delicado que ha destilado mi familia. En la editorial Anthropos saldrá a finales de año un libro suyo que nos narra unos meses de un ángel en el infierno.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Libertad.
¿Y la más peligrosa?
Libertad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Creo que todos hemos pensado alguna vez que con la muerte de alguien mejoraría el mundo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Visto lo visto, prefiero la honradez a la grandilocuencia tramposa o decepcionante de las ideologías. Me bastaría con que un político honrado administre bien el país. Pero cómo saber que un político es realmente honrado; en qué consiste administrar bien un país. Ante mi ignorancia, últimamente voto por intuición o capricho, y confío en la suerte.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Actor. Vivir en personajes coherentes, con sentido, aliviarme así de este desbarajuste que es la vida real.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Un ansia insaciable de soledad y silencio (con libros y conexión a internet). Pero quizás no sea eso un vicio, pues no me acarrea ningún daño. Tampoco es que sea un misántropo. Si huyo de la gente no es porque no me guste la gente, sino porque no me gusto yo entre la gente.
¿Y sus virtudes?
Querer ser bueno, porque, como ya dijo alguien, ser bueno acaba siendo más rentable que ser malo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Parece ser que en las caras de los que amamos buscamos nuestra última tabla de salvación.

T. M.