viernes, 6 de mayo de 2016

Entrevista capotiana a Amelia Noguera

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Amelia Noguera.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El mundo.
¿Prefiere los animales a la gente?
Las personas somos animales. Unos me gustan y otros no.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
No.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Ahora suelo hacer amigos entre quienes se parecen a mí. No sé si tengo cualidades, pero me gusta compartir con ellos una forma de ver la vida.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Todo depende de las expectativas. Las mías hace tiempo que son muy comedidas.
¿Es usted una persona sincera? 
No. Esta respuesta es una paradoja ;-)
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leo, salgo a pasear, voy a museos, charlo con amigos, juego con mis hijos.
¿Qué le da más miedo?
Ya no tengo miedo, vivo en una parte del mundo en que el miedo es una mentira por comparación. Pero si tengo que elegir algo, la injusticia y la apatía.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Cada día me escandalizo más por la ambición y el egoísmo de los seres humanos. No puedo evitarlo, creo que, si lo hiciera, me habría vuelto como ellos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Yo no decidí ser escritora, me encontré con la escritura por casualidad. Pero la creatividad se lleva en uno, yo pinto, diseño jardines, hago fotografías. Me gusta todo lo que tenga que ver con la belleza y la creación. Fuera de eso, soy ingeniera informática y traductora, eso es lo que hice antes de dedicarme a escribir. Si eligiera ahora, intentaría ser profesora. Quizás lo haga todavía.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino a menudo y hago ejercicios con pesas y de suelo. Quiero volver a bailar, pero no encuentro el momento. Quizá más adelante.
¿Sabe cocinar?
Sí. Los postres se los dejo a los demás, soy poco mañosa con el azúcar, no lo usaría nunca.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Muchos, escribo sobre personajes inolvidables en cada una de mis novelas. Si tengo que elegir para un artículo, elijo a cualquiera que haya luchado por un mundo más justo. Soy estúpidamente idealista.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Futuro. Por eso resulta tan triste, solo vivimos en el presente.
¿Y la más peligrosa?
Odio. O cualquiera dicha con odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Pero he querido que se muriera.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Vive en paz y esfuérzate por que los demás también lo hagan. Cuida y respeta a quienes te rodean y el mundo en el que vives. No hagas nunca lo que no quieres sufrir. No veo eso mucho en la derecha, pero tampoco en la izquierda últimamente. Quizás es hora de inventar una nueva denominación política para quienes queremos vivir así.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Una pintora que viviera de sus cuadros. Un planeta. Una flor. Una mariposa. Un águila. Un delfín. Un niño. Obama, hace ocho años. Directora de orquesta.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Escribir y comer. Soy muy simple.
¿Y sus virtudes?
La perseverancia y la empatía. No tengo ninguna otra y no sé si la segunda lo es.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Imagino que me acordaría de mis hijos. Antes he mentido, creo que el miedo más visceral que tengo es el de no poder verlos crecer.

T. M.