jueves, 9 de junio de 2016

Entrevista capotiana a Concepción Valverde

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Concepción Valverde.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Al lado del mar, en algún rincón del Mediterráneo que no haya sido devastado por el ladrillo.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
Eso es mejor que lo juzguen mis víctimas.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo “buenos” amigos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Cuando son desleales.
¿Es usted una persona sincera? 
No tanto como desearía serlo. En ocasiones actúa en mí una extraña mezcla de discreción y timidez que me lo impide.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
De muchas maneras, entre las que se encuentran los viajes y el contacto con la naturaleza.
¿Qué le da más miedo?
La falta de valores, el desprecio al otro, la prepotencia y el adocenamiento que observo a diario en la gente.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La impasividad de la UE ante tanto dolor como se extiende a lo largo de nuestras fronteras.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No lo sé.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Me gusta mucho caminar, procuro hacerlo a diario.
¿Sabe cocinar?
Sí. 
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Al Inca Garcilaso de la Vega.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
El adverbio “Sí”. Pedro Salinas nos recuerda en uno de sus poemas que un no niega más de lo que quería y nos recomienda que, cuando no nos quede más remedio que decirlo, lo pronunciemos “con un sonar de sí”.
¿Y la más peligrosa?
No hay ninguna palabra peligrosa. El peligro viene cuando no nos dejan usar las palabras.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No me gustan las desigualdades ni las diferencias. Tampoco las mentiras de los que ostentan el poder perversamente. La política debe ser esa plaza pública de la que todos formemos parte.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Lo que hace muchos años fui y a lo que renuncié: actriz.
¿Cuáles son sus vicios principales?
En ocasiones no soy suficientemente sincera a la hora de manifestar lo que me disgusta o molesta.
¿Y sus virtudes?
El sentido del humor y el optimismo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? 
Casi me ahogué en una ocasión. A mi alrededor había mucha gente y nadie se daba cuenta de que en aquella abarrotada piscina una niña de seis años, que había decidido quitarse el flotador, se estaba ahogando. No se me olvida la última inmersión, la definitiva, cuando me abandoné a mi suerte y el inmenso placer que aquel suave descenso me produjo. 
T. M.