lunes, 13 de junio de 2016

Entrevista capotiana a Juan Villa

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan Villa.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
El patio de mi casa…que ciertamente es particular.
¿Prefiere los animales a la gente?
Para nada.
¿Es usted cruel?
Quiero suponer que no.
¿Tiene muchos amigos?
Sí. Buscarlos es uno de mis ejercicios preferidos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
 Ingenio, relajo en las exigencias mutuas y poca puñetería.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Alguna vez me ocurrió. No es frecuente.
¿Es usted una persona sincera? 
Hasta donde permiten la piedad y la buena educación.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Intentando no hacer nada, algo  que me resultó siempre sumamente trabajoso.
¿Qué le da más miedo?
El dolor.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Se usa en mi pueblo una palabra -no sé si en otros también-, la “malilla”, que es una deformación – o evolución fonética lógica- de “malicia” pero con semántica  cargada. Sería una mezcla de la envidia, la mala uva, el rencor, los complejos…y que suele pronunciarse en voz baja. Me escandaliza la gente que la tiene.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Supongo que lo mismo pero sin escribir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Nado.
¿Sabe cocinar?
Los que me conocen dirían que no.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A un viejo cazador furtivo que conocí en mi infancia.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No hay palabras fiables en términos absolutos.
¿Y la más peligrosa?
Lo mismo digo. Esperanza y peligro estarían más en el receptor que en signo. No creo del todo en las palabras.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No hasta hoy.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Un dolorido escepticismo positivo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Lente de un poderoso telescopio.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Una cierta pereza selectiva muy molesta, para mí y para los cercanos.
¿Y sus virtudes?
La otra cara de esa pereza que suele empujarme a lo creativo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Probablemente la clásica tabla de salvación.

T. M.