miércoles, 26 de octubre de 2016

Entrevista capotiana a Miguel Gane


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Miguel Gane.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? 
Probablemente una biblioteca donde se guardasen todos los libros escritos a lo largo de la historia. Que sea en París.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, generalmente. Aunque es una respuesta donde cabría una interpretación de según en qué contexto y con qué factores en juego, se me plantea.
¿Es usted cruel?
No, al contrario.
¿Tiene muchos amigos?
No sabría cuantificar la palabra 'muchos', pero suelo ser selectivo, a la par que cuidadoso. Probablemente, dentro de 20, 30 años, sabré contestar a esta pregunta de manera más exacta, pero de momento solo sé que hay gente que me quiere mucho y a la que quiero más. 
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Necesito esa conexión, el hilo invisible que lo llaman algunos, para poder dejar que alguien entre en mi vida. La lealtad es importante, también lo es la risa, también lo es el querer que se demuestra, y dicen que donde hay diversidad, hay evolución. 
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Mentiría si dijera que nunca me han decepcionado, y también lo haría si dijera que yo nunca les he decepcionado a ellos. La amistad es sinónimo de perdón, entre otras cosas. Siendo concreto, no, no suelen decepcionarme.
¿Es usted una persona sincera? 
Si por persona sincera se entiende la persona que no ha mentido en su vida, entonces no, no soy una persona sincera. Suelo decir lo que pienso, sí, pero también suelo mentir, a veces y según en qué circunstancias me encuentre.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Suelo compartirlo con las personas que quieren compartir el suyo conmigo.
¿Qué le da más miedo?
No cumplir mis sueños. 
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Las personas que oprimen la libertad de hacer lo que me dé la gana dentro del límite del respeto. También que la gente ya no lea. Y el reggaetón. Pero vaya, digamos que puedo hacer una larga lista.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Creo que me habría dedicado al jazz. Habría probado con el saxo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Sí, suelo salir a correr, también frecuento alguna que otra sala con pesas.
¿Sabe cocinar?
Ciertamente, no. No tengo ni idea, pero me gustaría aprender. Lo dejo como tarea pendiente para el futuro. No procrastino hasta que no tenga la necesidad, supongo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
El primero que se me ha venido a la mente ha sido Groucho Marx. Era un tipo demasiado inteligente, con un humor que quedaba grande a mucha gente, y a día de hoy sigue pasando lo mismo. Y además era un excelente escritor. Se aprende mucho de su libro Groucho y yo.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Niño.
¿Y la más peligrosa?
Guerra.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, como todo el mundo. Hablo del impulso aquel animal que desaparece en cuanto abres los ojos. Lo puntualizo porque no quiero que me caigan demandas.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me gusta el socialismo como utopía, ergo, soy de izquierdas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Primer Ministro de mi país.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No creo en los vicios. Uno hace siempre lo que quiera. Otra cosa es que la sociedad tache sus actos de vicios. Es una cosa totalmente diferente.
¿Y sus virtudes?
Quiero, quiero mucho. 
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Probablemente pensaría en todas las vías de escape que mis posibilidades me permitan para no acabar muerto.
T. M.