jueves, 3 de noviembre de 2016

Entrevista capotiana a Darío Vilas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Darío Vilas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Las islas Cíes.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende del contexto. ¿Hablamos de compañía o de alimentación? Qué demonios, la gente en ambos casos, si es cuestión de necesidad. Así los animales estarían también más tranquilos; no les hacemos ninguna falta.
¿Es usted cruel?
Intento no serlo, aunque está claro que, en determinadas circunstancias, resulta inevitable acabar siendo cruel con alguien. Lo importante es darse cuenta y procurar que no se repita.
¿Tiene muchos amigos?
No muchos. Ni siquiera sé si los pocos que tengo me consideran como tal. Tampoco importa.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No me lo he planteado, las pocas personas que considero amigos son muy diferentes entre ellas. Lo único que tengo claro es que mis amigos son aquellos que siempre están, esos con los que te reencuentras después de años y, después de la puesta al día de rigor, tienes la sensación de que os visteis el día anterior.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Si me decepcionan no son mis amigos.
¿Es usted una persona sincera? 
No siempre. Tampoco es necesario serlo todo el tiempo, hay un equilibrio social que es necesario mantener, y a lo mejor resulta imposible si vamos siempre con la verdad por delante. Esgrimir la sinceridad como argumento para decir lo que a uno le viene en gana, sin tener en cuenta a los demás, me parece un alarde de egoísmo y denota falta de empatía.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Depende del día. A veces me da por escribir, por esto de que considerarlo profesión ahora resulta que es poco realista y aún menos romántico. Otras por leer, ver películas o series, o mirar hacia una pared desnuda. Eso sí, a poder ser, en compañía de mi familia.
¿Qué le da más miedo?
Que muera algún ser querido o morir sin poder ver crecer a mis hijos. Antes era más egoísta y me daba miedo morir a secas. Ahora pienso más en lo que implica que en el hecho mismo de dejar de existir.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza saber que existen personas que provocan o consienten el sufrimiento ajeno de forma deliberada.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No tengo ni idea, soy una persona creativa desde que tengo uso de razón. Las paredes y los suelos de la casa familiar, cuando era niño, lo atestiguaban. Nunca planteé hacer otra cosa, salvo trabajos alimenticios, por obligación. No concibo vivir sin dedicar tiempo a actividades creativas, al margen de la literatura.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino mucho, entre una y dos horas al día. Pero lo cierto es que lo hago porque pone en funcionamiento mis mecanismos creativos. O sea, que no.
¿Sabe cocinar?
Sí, me defiendo. Me gusta mucho cocinar, sobre todo si estoy de mala hostia. Es cuando mejor me salen los platos. Y me apasiona la panadería. El proceso artesanal que da como resultado un pan me parece cuasi mágico.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Poe, que como personaje me parece fascinante y sin duda inolvidable.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Nacimiento.
¿Y la más peligrosa?
Religión.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
De boquilla, seguro. Si tuviera la posibilidad real de hacerlo, incluso sin consecuencias, no lo haría.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Tiendo a reservármelas, aunque sea obvio que me inclino hacia la izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No me disgusta lo que soy, aunque quizás me habría hecho retoques aquí o allá. Pero previos al diseño definitivo, no ahora que ya estoy terminado y me acostumbré a mí mismo. Con lo que me costó.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Comida, libros, películas, series, discos y algún que otro videojuego, aunque cada vez menos por falta de tiempo. En lo que más dinero gasto es en libros y discos, son los caprichos que me pego cuando voy desahogado.
¿Y sus virtudes?
La tenacidad, que es un eufemismo de la cabezonería, y la implicación cuando algo me motiva. Soy capaz de echar semanas o meses aprendiendo o perfeccionando algo si es lo que me apasiona en ese momento. Eso sí, sin la motivación soy bastante negado para todo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Siento sonar repetitivo, pero estoy seguro de que serían imágenes de momentos vividos con mi familia. Como me da pánico perderlos, o perderme yo, y no volver a verlos, lo tengo claro.

T. M.