viernes, 31 de marzo de 2017

«4 3 2 1»... Auster vuelve a la ficción


El espléndido memorialista de “La invención de la soledad”, “A salto de mata” y “Experimentos con la verdad”, impudorosamente atractivo, con una fuerza autobiográfica incomparable, Paul Auster, en los últimos tiempos estaba desarrollando una prosa de ese mismo cariz que a veces no ha hecho justicia a su gran carrera. En 2012, con “Diario de invierno” (2012), se revisaba a sí mismo a partir del estudio de su cuerpo en la que consideraba la última estación de su vida. Aquel texto, en algunas ocasiones superfluo –como cuando detallaba su enamoramiento por su mujer– y casi siempre original y audaz, había sido la guinda al pastel de una narrativa llena de aciertos, en lo que respectaba a literaturizar las emociones, pero que naufragaba un año después con “Informe del interior”, donde aparecía un Auster que había hecho un ejercicio memorístico demasiado personalista: él de niño, adolescente, joven, mirándose al espejo de un hombre ya en la sesentena.

El sabor amargo de aquella obra se enfatizaba por el hecho de que Auster llevaba un considerable tiempo sin publicar una novela –la última era la irregular “Sunset Park” (2010)–, por más que en su caso las fronteras entre los distintos géneros narrativos no están claras. Así, en los dos libros aludidos practicaba un punto de vista en segunda persona que daba un toque estilístico muy atrayente en el primer caso pero tedioso en el segundo. Nuestra esperanza ahora radica en que aquellas nostalgias blandas e informativas que habían nutrido “Informe del interior” desparezcan para ver de vuelta al narrador magistral de “La trilogía de Nueva York”, “El Palacio de la Luna” o “El libro de las ilusiones”.

Tal cosa quizá suceda el próximo septiembre, cuando Seix Barral publique su novela de muy singular título, “4 3 2 1”, que acaba de aparecer en Estados Unidos y Reino Unido, después de que todas las anteriores obras del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2006 hubieran visto la luz en la editorial Anagrama (salvo su «Poesía completa», ya en Seix Barral, 2012). Las informaciones al respecto nos hablan de una historia en que Auster ahonda en uno de sus temas clave: la red de coincidencias y simultaneidades que dan como resultado un destino sorprendente en la vida de sus personajes. Un destino que, más allá de entender, cabe aceptar afrontándolo con la aventura de embarcarse probablemente en relaciones arriesgadas. “4 3 2 1” cuenta así cómo Archibald Isaac Ferguson, nacido como el propio escritor en 1947, en un hospital de Newark, experimentará una suerte de desdoblamiento con cuatro personajes más que comparten el mismo nacimiento y ADN. 

Como en muchas de sus obras, aquí también habrá un paralelismo entre el sino de los personajes y la historia de los Estados Unidos durante la segunda mitad de siglo XX; por ejemplo, en cuanto a las reacciones de los personajes acerca de acontecimientos señeros como las revueltas estudiantiles o el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy. Y todo con un Archibald que se convierte en cuatro existencias «paralelas y totalmente diferentes», «cuatro chicos que son el mismo chico». A vuelapluma, semejante argumento constituye todo un reto de imaginación y estructura narrativa de primer orden para alguien que hace unas semanas ha alcanzado los setenta años. Empieza la cuenta atrás a la espera de leerlo en español: 4, 3, 2, 1…


Publicado en La Razón, 28-III-2017