lunes, 6 de marzo de 2017

Ascenso y caída de Pistol Pete Maravich


Es doloroso verlo en imágenes en las que su grandeza celestial había caído al territorio mundano: desplazamientos laterales lentos, pérdidas de balón, rebotes mal afrontados, pases defectuosos y, sobre todo, lanzamientos erráticos. Todo cuando vestía la camiseta de los Celtics y al poco tiempo tiró la toalla, se retiró del baloncesto. Veo ese tipo de vídeos después de leer Pistol. La increíble historia de Pete Maravich, de Mark Kriegel (Contra Editorial), excelente trabajo de investigación biográfico sobre uno de esos jugadores cuyo talento no era de este mundo y que la mala suerte malogró por culpa de las lesiones y una muerte prematura a los cuarenta años. 

El jugador de Louisiana State, de los Hawks y los Jazz también, el máximo anotador de la historia del baloncesto universitario, el tipo que les metió 68 puntos a los Knicks en 1977 y que fue el máximo encestador de la NBA una vez con más de 31 puntos de media por partido, vivió la época equivocada, o se adelantó a la época actual, porque lo que él hacía lo han ido imitando durante las décadas posteriores todos los jugadores, consciente o inconscientemente. 

El libro de Kriegel aborda al Maravich jugador, pero asimismo al Maravich obsesionado por la velocidad, o al retirarse, por la religión o la alimentación. Y me atrevería a decir que no es el único protagonista de estas páginas, pues tanta presencia tiene, o quizá más proporcionalmente por el peso que tuvo en su carrera, su padre Press, gran entrenador en un periodo apasionante del baloncesto americano: en el inicio del estudio de las tácticas, la incorporación de los negros al deporte profesional y la popularidad de un juego que hacía que se llenaran pabellones de veinte mil espectadores, muchas veces sólo por ver jugar a un genio como “Pistol” Pete Maravich.