sábado, 21 de octubre de 2017

Entrevista capotiana a Borja Monreal

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Borja Monreal.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Agaete. Debajo de la inmensa pared de Tamadaba y consolando a mi cautiveri0 tarde tras tarde con una carrera hacia la puesta de sol.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero algún animal a mucha gente. Y poca gente a muchos animales.
¿Es usted cruel?
Cero. Ni siquiera lo concibo.
¿Tiene muchos amigos?
Amigos… en Facebook pocos. Fuera muchos más, de esos que aún llaman por teléfono o escriben mails eternos. O en su defecto dejan mensajes de voz de un cuarto de hora.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La confianza y la risa. Que siempre se descojonen. De todo, de todos y en todas las circunstancias. Especialmente en las malas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Creo recordar que no lo han hecho nunca. Pero no tengo buena memoria para lo malo. Seguramente dejaron de ser amigos cuando me decepcionaron.
¿Es usted una persona sincera? 
Como diría Sabina, sincero y sin infinito. Pero por principio sí. Aunque a veces cuesta. La verdad es, además, tan relativa…
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo, corriendo y discutiendo. De cualquier tema por extraño que parezca.
¿Qué le da más miedo?
No tener la capacidad de decidir, perder progresivamente la libertad eligiendo inconscientemente hacerlo hasta darte cuenta que tienes más responsabilidades y compromisos de los que te gustaría.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La estupidez y la falta de límites… a la estupidez. No hay cosa que me exaspere más que saber que alguien sabe algo y defienda lo contrario por interés. La consciencia sobre la mentira me parece una propiedad terroríficamente peligrosa.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Lo que hago. Cambiar el mundo. Al menos el mío. 
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Correr, nadar, jugar al rugby… cualquier cosa en el entorno adecuado.
¿Sabe cocinar?
Sí. Disfruto cocinando y dando de comer.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Inolvidable para mí, Álvaro Pombo, por el impacto que tuvo en mi carrera como escritor. Inolvidable para la historia, sin duda, Nelson Mandela, por enseñarnos que se puede cambiar la mentalidad de la gente y construir sobre la desesperanza.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Verdad.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Matar, matar, no… pero casi.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Sé cuáles no son: ni de derechas, ni de izquierdas, ni de centro. Soy de algo así como del sentido común, lo que pasa es que éste me lleva siempre a inclinar la balanza hacia el lado del desfavorecido.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
¿Pudiera? ¿Es que todavía no estoy a tiempo?
¿Cuáles son sus vicios principales?
Un gintonic al caer la tarde… y poco más.
¿Y sus virtudes?
La determinación y la actitud positiva frente a todo. No me canso de repetirme que cualquier cosa puede conseguirse.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Olvídate de imágenes, no me iba a dejar caer tan fácilmente…

T. M.