Parafraseando uno de los versos de su libro «Poemas», de 1916 –«Buscabas una flor / y encontraste un fruto. / Buscabas una fuente / y encontraste un mar. / Buscabas una mujer y encontraste un alma... / estás decepcionado»–, se presenta la obra poética completa de Edith Södergran por vez primera en España, aparte de una edición peruana del año 2012 y diversas antologías de los años noventa. Todo un descubrimiento el de esta mujer que, como señala Elena Medel en el prólogo, perteneció a «una familia adinerada que lo perdió todo en la Revolución rusa: un hecho que transforma su biografía, pero que se trata de puntillas en su poesía, despojada de nombres, fechas y recuerdos sin literaturizar». Lo externo, social o histórico, es ajeno a Södergran, que tiene en la religiosidad y la misantropía, la busca de la felicidad y la belleza, al decir de Medel, algunos de sus temas líricos principales.
Solo hay que leer en efecto piezas como la que da pie al título de este libro bilingüe, traducido por Neila García Salgado (pese a que la autora empezó escribiendo en alemán se pasó al sueco), para apreciar el ansia de captar la vida y la presencia del y lo «amado» en toda su esencia; una vida breve, enfermiza por culpa de la tuberculosis –de 1911 a 1914 vivió en hospitales suizos para tratarse–, de tan sólo treinta y un años, en que destaca sobre todo el libro «La lira de septiembre» (1918), que no fue bien acogido en su momento. Y sin embargo, Södergran creía con firmeza que la posteridad valoraría sus poemas pese a las críticas negativas que recibiera y hasta acusaciones de locura, sin duda en parte por la sombra de Nietzsche que se deja notar en su forma entre desgarrada y vitalista de ver el mundo, algo que todo amante de la poesía constatará, pues es una voz cautivadora, llena de audacia metafórica, tocada por una mirada valiente –por directa– hacia lo que es su espíritu, hacia descubrir su identidad, abierta e infinita: «Soy una llama, buscadora e insolente, / soy agua profunda pero atrevida hasta las rodillas, / soy fuego y agua en comunión libre y leal...» (poema «Vierge Moderne»). Así, los ríos, el otoño, los pájaros o las estrellas serán los elementos, de contemplación y a la vez introspección, de una Södergran que nos hará descubrir los pequeños milagros visibles o no de la existencia.
Publicado en La Razón, 14-XII-2017