miércoles, 3 de enero de 2018

El alfabeto truncado de Sue Grafton


Esta es la historia de un abecedario que se truncó antes de llegar a la letra zeta. Había empezado con la A en la obra “A de adulterio”, en 1982, y hasta la fecha se había llegado a la Y, con “Y es for Yesterday”, que apareció el pasado agosto en Estados Unidos. La creadora de este “Alfabeto del crimen”, como llamó a su serie protagonizada por la detective Kinsey Millhone, murió este 28 de diciembre, víctima de un cáncer, en la localidad californiana de Santa Bárbara. Sue Grafton había nacido en 1940, en Louisville, Kentucky, donde se licenció en su universidad, en la Facultad de Literatura Inglesa, y era hija de un abogado y escritor hoy olvidado, además de alcohólico, C. W. Grafton; éste no sería el único hombre literato con el que compartiría su vida, pues con su marido por más de cuarenta años, Steven Humphrey, escribiría algunos guiones para televisión y cine (trabajó para Hollywood, del que despotricó hasta el punto de negarse a que llevaran sus tramas al celuloide, quince años).

Su éxito de público fue tan grande que sus obras acabarían publicándose en veintiocho países, nada menos que en veintiséis idiomas. Pero ¿cuál era la clave para tamaño encuentro dichoso con tantos lectores? Sin duda, ese cebo de serie con un formato tan llamativo, que combinaba el juego lingüístico de los títulos con unos argumentos sencillos y entretenidos, donde se ponían sobre la mesa todas las mezquindades del alma humana que pueden conducir a cometer crímenes. Otro elemento crucial era el punto de vista narrativo de una Millhone que, en primera persona, y siempre en el contexto de los años ochenta, iba contando sus peripecias detectivescas en la ciudad ficticia de Santa Teresa, trasunto de Santa Bárbara. Grafton había elegido este nombre como homenaje al gran autor de novela negra Ross Macdonald, que precisamente murió en esa ciudad en 1982 y usó también Santa Teresa para nombrar el lugar donde ocurrían sus historias (como curiosidad a este respecto, cabe decir que en el año 2004 la escritora recibió el Premio Literario Ross Macdonald por toda su trayectoria).

Así las cosas, Grafton, con su plan bien trazado y a largo plazo, consciente de que su vida entera iba a constituir la entrega a esa serie que tenía un final, la lejana Z, siguió escribiendo y publicando: en 1985, “B de bestias” (la editorial Tusquets, que ha publicado todos los libros, resolvió bien la traducción de los títulos), “C de cadáver” al año siguiente, y más adelante, por ejemplo, “F de fugitivo”, “M de maldad”, “O de odio”… hasta que le llegó el turno a la “V de venganza, a la “W de whisky”, a la “X de rayos X”, a la Y ya aludida. La serie, pues, se cierra sin que sucediera lo que estaba previsto: que 2019 viera la aparición de la definitiva “Z is for Zero” (“Z de cero”).

Por otra parte, además de una autora hábil en el género de detectives, Grafton se granjeó el cariño popular por su gran cordialidad y vitalidad. En el año 2015 viajó a nuestro país para acudir al evento BCNegra, donde habló de su personaje (una extensión de sí misma, afirmaba) y de cómo a medida que los libros iban sucediéndose iba incorporando más referencias al mundo sociopolítico de los años ochenta, algo que en las primeras entregas evitaba hacer. Asimismo, creía firmemente que las mujeres son mejores detectives, por su discreción, e incluso comentó que, más que una pena ante la segura finalización de la serie con la Z, se iba a sentir aliviada. Sin embargo, el tiempo y una enfermedad irremediable han hecho ese trabajo antes por ella.

Publicado en La Razón, 31-XII-2017