martes, 17 de abril de 2018

Entrevista capotiana a Ginés Aniorte


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ginés Aniorte.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La memoria, que también es un lugar. De hecho, creo que ya vivo ahí. Llega un momento en que el pasado arropa de tal forma que se convierte en la única patria posible.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente; y no solo a la gente de carne y hueso sino también a la gente que habita la ficción de una novela, por ejemplo. Necesito a las personas aunque no esté con ellas, saber que están ahí, que no estoy solo.
¿Es usted cruel?
Creo que no, aunque a veces justicia y crueldad se confunden. Tal vez en ocasiones por intentar ser justo he podido ser cruel.
¿Tiene muchos amigos?
Los que puedo atender. Me gustaría tener más, pero tener amigos y no atenderlos es como tener hijos sin medios para sacarlos adelante: una irresponsabilidad.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
La lealtad ante todo. Y que sean sinceros. Que no me olviden. Necesito saber que aunque apenas los vea están conmigo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Todos decepcionamos a todos. Y a pesar de ello aquí seguimos. Eso es también la amistad: tolerancia y perdón.
¿Es usted una persona sincera? 
Procuro serlo, aunque a veces, si la sinceridad puede herir de manera gratuita suelo mentir. Creo que en las mentiras piadosas no hay nada malo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Leyendo. Y me produce cierta tristeza. Preferiría que los demás siempre me ofrecieran lo que me ofrece un libro, pero con frecuencia no es así.
¿Qué le da más miedo?
Pocas cosas me dan miedo ya. A veces tengo miedo de mí mismo porque no sepa defenderme de un ataque. Pero si he de nombrar algo concreto diría que la muerte (la muerte de los nuestros, de los que queremos) por su trato despiadado. Cuando llega arrasa todo y nos transforma, nos deja en la indigencia y cuesta mucho recuperarse.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Que el dinero y la belleza coticen tan alto. Que se estudie para obtener un trabajo y no por el placer de disfrutar del conocimiento. Que los medios de comunicación huelan a podrido. Que cualquiera pueda ser político. Que de una novela se valore más el argumento que la literatura misma.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Durante treinta años me he dedicado a la enseñanza con mucho gusto. Pues eso.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Aunque no se note, voy al gimnasio todos los días, incluidos domingos.
¿Sabe cocinar?
Sí y muy bien. Pero solo me esmero para los invitados. Además, prefiero crear en la cocina, me gusta hacer cosas nuevas.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Marguerite Yourcenar. ¿Qué tiene esta mujer que me hipnotiza? Pero dudo de que el Reader’s Digest aceptara mi propuesta.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Madre.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. No puedo siquiera imaginarlo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy de izquierdas. Pero ante todo pienso por mí mismo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Astrofísico o neurocientífico. Ambas ciencias me parecen apasionantes y me asombran sobremanera por lo inmensurable del ámbito que estudian, por los misterios (¿insondables?) que todavía encierran.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No sé; no recuerdo.
¿Y sus virtudes?
Intento ser leal y justo. Pero son los demás los que tendrían que confirmarlo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No tengo ni idea. Pero supongo que pensaría en alguien muy querido, si es que ahogándose se puede pensar en algo.
T. M.