jueves, 5 de abril de 2018

Entrevista capotiana a Rafael Gumucio


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Rafael Gumucio.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda mi cama.
¿Prefiere los animales a la gente?
Los animales me producen entre indiferencia a miedo. Prefiero mil veces la gente.
¿Es usted cruel?
Poco o nada, para mi desgracia, aunque tengo la impresión que acumulo una gran cantidad de crueldad no usada que puede estallar en algún momento.
¿Tiene muchos amigos?
Demasiados.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sentido del humor, sentido del horror, sentido de dolor, sentido del olor, y, como la mayoría son mujeres, la impresión de remoto que podríamos habernos casado, odiado y amado.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Poco. La verdad es que tampoco me hago demasiadas ilusiones. Me gustan mis amigos pero generalmente me cuesta respetarlos o admirarlos demasiado. No sé quién dijo que el amor es una excesiva fe en la diferencia entre los humanos, la amistad es también eso, la idea de que una persona es única e irrepetible. Únicos creo que somos, irrepetibles me parece que no.
¿Es usted una persona sincera? 
No soy sincero, pero no sé mentir ni siquiera lo suficiente para responder que soy sincero.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Mirar televisión sin saber que estoy buscando.
¿Qué le da más miedo?
Estar vivo y no saber quién monta, ve, y dirige lo que mis ojos sin parar filman.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La propensión creciente a creer que el linchaje es la única forma de justicia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Nada, sistemática y completamente nada, quizás el que se queda vigilando mientras una banda de ladrones roba una casa o peor aún, alguna clase de abogado.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino 7 kilómetros diarios.
¿Sabe cocinar?
Soy Francés.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Guillermo Hidalgo, un compañero de trabajo que murió de un ataque al corazón tratando de cambiar de canal en el control remoto.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Restaurante.
¿Y la más peligrosa?
Normalización, naturalización, margilanización, y toda o cualquiera terminada en ción.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Claro, pero me protege mi total pereza.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Izquierda católica.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Yo.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La comida, la vanidad, la pereza y la desesperación.
¿Y sus virtudes?
Soy más o menos generoso, no me gusta humillar a nadie, soy lo que digo y trato de decir lo que soy sin mentir más que lo fundamental para que lo que diga sea verdad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
La imagen de un niño ahogando tratando de aprender a respirar sin aire.
T. M.