martes, 8 de mayo de 2018

Entrevista capotiana a Iñaki Martín Velasco


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Iñaki Martín Velasco.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin duda sería aquel en el que tuviese cerca a mi gente. Una buena cantidad de horas de sol al año y la adecuada cercanía al mar, harían de ese lugar una jaula más llevadera.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero la gente (no toda), aunque me gusten mucho los animales (no todos).
¿Es usted cruel?
No lo soy. Lo cual no quita para que haya podido actuar cruelmente en alguna ocasión. Espero que siempre contra el lado oscuro y en defensa propia.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo una aceptable cantidad de buenos amigos. Luego, en órbitas mas lejanas, mucho conocido girando.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad, comprensión, paciencia. Buen humor. Saber escuchar y conversar. Indulgencia. Discreción.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera? 
Cuando no es estrictamente mejor para el otro no serlo, siempre.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Prefiero leer, salir con mis amigos, escribir, disfrutar de mi familia, hacer deporte... Y, aunque viajo mucho por trabajo, también me gusta hacerlo en mi tiempo de ocio.
¿Qué le da más miedo?
La muerte o la enfermedad de un ser querido. La vejez me causa respeto, sobre todo por las limitaciones que impone.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Cualquier crimen, agresión o explotación que tenga como víctima a niños.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Supongo que algo relacionado con la creación de historias, quizá en un formato audiovisual.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Normalmente sí. Entreno en el gimnasio, juego al golf, corro… siempre y cuando no tenga fracturado el quinto metatarsiano como ahora, claro.
¿Sabe cocinar?
No. Ejercicios básicos de supervivencia. Llámelo cocina de guerra.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Muchos: Darwin, Bach, Lennon… también Tom Ripley o Michael Corleone. 
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Solidaridad.
¿Y la más peligrosa?
Envidia. Y otra más: fanatismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
La verdad es que no. De momento, digo. En todo caso, mis personajes ya se encargan de dar rienda suelta a mis instintos más oscuros.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo en la igualdad de oportunidades para todos y en la defensa de los más desfavorecidos. A partir de ahí, soy liberal: derechos y libertades individuales e intervención limitada del Estado.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me gustaría tener la capacidad de trasladarme a otras épocas y vivir de primera mano algunos hechos históricos. Bueno, y si eso no puede ser, me conformo con ganar la final de Wimbledon.
¿Cuáles son sus vicios principales?
El café. Acostarme demasiado tarde. Navegar por el Mediterráneo. Nostalgia por momentos del pasado. Una perenne y vital impaciencia.
¿Y sus virtudes?
Algunas de esas tengo también.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
No creo que en tales momentos pasara nada por mi cabeza. Probablemente estaría demasiado ocupado intentando sobrevivir. No obstante, si alguna imagen recorriera mi mente, sería con seguridad el rostro de mi hija. Pero eso ocurre en cualquier circunstancia.
T. M.