Este hombre de increíble erudición, de cultura infinita –pero como la que no tiene hoy casi nadie: una cultura activa, crítica, punzante, que interpreta el pasado y lo convierte en reflexión del propio presente–, Mauricio Wiesenthal, vuelve a la acción con otro libro asombroso. Tras el mastodóntico «Rainer Maria Rilke (El vidente y lo oculto)» (2015), el escritor barcelonés de ascendencia germana propone en “La hispanibundia” un recorrido por la historia y lugares comunes de España, pero sin perder de vista el horizonte europeo en el que tanto ha ahondado en obras anteriores.
El ensayo se ha nutrido de un largo periodo de investigación, que empezó en 1966, cuando el escritor dio unas clases de historia en la Universidad de Sevilla, a lo que se sumó su propia experiencia a ras de suelo, pues en su juventud viajó por todo el país y escribió diversos libros sobre ello, como “Imagen de España” (1973). Después de toda una vida de reflexión y estudio, así las cosas, toma cuerpo un libro que ya desde el título sorprende y que tuvo, en alguna versión previa, un lector tan insigne como Golo Mann, hijo de Thomas Mann y gran hispanista. A él y a su exilio –en cuyo tiempo y tránsito coincidió con Walter Benjamin y la primera mujer de Stefan Zweig– justamente está dedicada la introducción.
La hispanibundia vendría a caracterizar a los españoles desde muchos planos; “es la energía vibrante que produce el español al vivir, ya se crea o no español, lo acepte o no lo acepte”. Se trataría de un rasgo intrínseco: cierta “vehemencia del corazón” que se manifiesta tanto en nuestros conquistadores como en nuestros políticos, tanto en nuestros escritores como en nuestros personajes de ficción. Por algo, atravesando el ensayo, aparecen y reaparecen Cervantes y Don Quijote como ejemplos de formas implacables de mirar lo autóctono, lo que entronca con las opiniones de grandes viajeros que visitaron España y que fueron dando pábulo a tópicos que aún persisten.
A partir del subconsciente primitivo, del lenguaje o las creaciones artísticas que conocemos, Wiesenthal enseña “cómo se forjó en la historia, en la literatura y en la leyenda el carácter que distinguió al español” en lo que es todo un festival de fina inteligencia y alta cultura. De tal modo que hablará de etimologías sobre nuestra geografía, de la honra y la corrupción, de la antigua virtud de la austeridad, de la picaresca, de la envidia, del bandolerismo, de la colonización americana, de Velázquez, de la fiesta de los toros, de la Inquisición, del nacionalismo, de la emigración, de la Leyenda Negra, de la mística, de las dos Españas en litigio…
El libro, desde luego, también será una excusa para reivindicar la importancia de la tradición como tesoro compartido, y en concreto, la de ciertas actitudes especialmente admirables propias de América Latina. H. D. Thoreau decía que «sólo uno en un millón está lo bastante despierto para el ejercicio intelectual efectivo, sólo uno en cien millones, para una vida poética o divina». Wiesenthal –un faro en los principios de integridad e independencia, una de las escasísimas autoridades morales que tenemos entre nosotros– es ese individuo único.
Publicado en La Razón,
17-V-2018