Esta es la primera ocasión en que se estudia de manera concreta y
pormenorizada la función y presencia de la música popular en la literatura y el
cine españoles, en el periplo que va desde los años cuarenta hasta la
actualidad. Raquel Anido, formada en universidades de Barcelona y Baltimore, y
actualmente profesora en la Universidad de Clemson –por cuyo trabajo ha
recibido tres premios a la excelencia docente pese a su juventud–, parte de la
idea de que “la música es elocuente a la hora de describir cómo vivimos y cómo
sentimos”. De tal modo que “El pasado en solfa. La música literaria y fílmica
de la España contemporánea” nos invita a conocer nuestro imaginario musical en
relación con títulos destacados, en el campo literario, de autores como Manuel
Vázquez Montalbán y Carmen Martín Gaite, que atribuyen efectos catárticos a las
canciones de posguerra, o de cineastas como Pedro Almodóvar, próximo a formas
musicales tan autóctonas como la copla.
Y es que en un momento dado, canción y cine se engarzaron en una simbiosis
que daría frutos tan célebres como las cantantes Raquel Meller o Imperio
Argentina, que en el periodo franquista fueron las estrellas dentro de un
contexto de evolución tecnológica que caminaba en paralelo con las
“españoladas”, todo un éxito de taquilla con su trasfondo folclórico
andalucista. No en vano, siguiendo al estudioso Serge Salaün, Anido pone el
acento en el papel que cumplió el cuplé “en su relación con el proceso de
modernización industrial y técnica, llegando a establecer que el desarrollo de
la radio, del gramófono, del micrófono y de los discos fue impulsado por el
auge de la canción popular”.
Viaje a la
sentimentalidad
El libro se convierte así en una estupenda manera de viajar al pasado
para entender cómo las diversas situaciones sociopolíticas –la canción
protesta, o la “nova cançó”– generaron nuevas corrientes y motivaron al público
a verse reflejado en cierto mensaje, sobre todo durante la dictadura; más
tarde, ya en el periodo democrático, le seguiría la música considerada como
“performance”, muy señaladamente en el ámbito de la Movida Madrileña. Así,
siempre con el referente de “la versatilidad de la música popular para
vehicular discursos diversos”, la autora, con un tono académico y a la vez
ameno, profundiza en el léxico que podría derivarse de un estudio como este
–subcultura, “underground”, nación, sentimentalidad, concepto que tan bien
explotó Vázquez Montalbán– para explicar con rigor las diferentes maneras
artísticas que han surgido alrededor de la cultura de masas.
A los autores citados se les sumarán bastantes más: Juan Marsé –otro
escritor interesado en el género de la copla que, en “Si te dicen que caí”,
también recurrió a alusiones al bolero y el tango–, Antonio Muñoz Molina y
Manuel Rivas –en su caso, acerca del rock anglosajón, mediante “El jinete
polaco” y “¿Qué me quieres, amor?”, respectivamente–, o José Ángel Mañas y
Lucía Etxebarría, que recurren a alusiones a la música electrónica en algunas
de sus novelas. En suma, toda una partitura intergeneracional que nos hará ver,
cantar, leer de otra forma el pasado propio, y el de nuestros padres y abuelos.
Publicado en La Razón, 7-VI-2018