martes, 28 de agosto de 2018

Entrevista capotiana a Pedro Molina Temboury

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la «entrevista capotiana» con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Molina Temboury.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Una pequeña isla griega del Dodecaneso: TILOS. Le dediqué un poema en “Islas, islas” que empezaba: “No sé por qué esta isla me recuerda a mi infancia…”
¿Prefiere los animales a la gente?
He tenido varios perros, Tíbet (que convertí en personaje de “Ballenas”), Goa, Marzo, Pongo… Los he querido, pero he querido mucho más a personas.
¿Es usted cruel?
Cuando lo he sido, ha sido casi siempre dejando de hacer algo por temor a serlo.
¿Tiene muchos amigos?
Muchos. Son mi cultivo biológico favorito. Como Martí: “cultivo una rosa blanca…”
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Que se parezcan poco a mí.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Mucho, imagino que como yo a ellos. En la amistad soy pasional.
¿Es usted una persona sincera? 
Como dijo  el poeta (y el novelista, el político, el artista y en general, cualquier fabulador:) Mentiría si dijera que sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Si lo ocupas deja de serlo, ¿no?  Prefiero ocupaciones que no resulten agotadoras: merodear o divagar.
¿Qué le da más miedo?
Las serpientes y también las reuniones literarias.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza el modo en que los españoles siempre estamos escandalizándonos, por ejemplo de la corrupción, y ahí sigue.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Escribo desde los nueve años, pero he hecho de todo entre tanto: profesor, gestor cultural, funcionario en el exterior, guionista, viajero, comunicador…  Tantos oficios y tan variados, que hacen que lo que escribo no sólo se alimente de literatura.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Empecé a practicarlo de mayor. Gracias a ello, mi cuerpo está en plena forma debido al poco uso y  además, de momento, no me he roto nada.
¿Sabe cocinar?
Sí, y también vivir solo, aunque eso lo he aprendido más tarde y es más difícil de aprender. Antes que comer sin compañía en un restaurante, prefiero siempre cocinarme algo en casa; y ya, el placer máximo, cuando E. me dice, mientras degusta una de mis tres o cuatro pobres especialidades: “!Ese plato a nadie le sale como a ti!”
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Me gusta la historia, pero si fuera una entrevista, más que al personaje histórico principal, elegiría entrevistar al testigo, al secundario que le acompañó en su día D: A quién pasó en vela la noche previa a Waterloo, soportando las neuras de Napoleón, la noche triste con Cortés, la noche de Bostwana con Juan Carlos I…  Me apasionan los personajes que estaban ahí, muy cerca, pero sin capacidad de decisión, sin protagonizar acontecimientos … mirando, observando…
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
En castellano: Empatía. Si es en inglés diría: kindness.
¿Y la más peligrosa?
Paz, en boca de un político. Dios, en la de un predicador.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. Me ha bastado poner tierra por medio, alejándome de mi víctima.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Siempre he sido de izquierdas, menos con los de izquierdas, porque me encanta llevar la contraria.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
¿Científico? ¿Inventor? ¿descubridor? ¿navegante? ¿visionario? ¿fundador de start-up? En resumen, creador de algo nuevo y útil, capaz de cambiar el curso de la humanidad. Eso sí, algo que exija desaparecer del mundo mientras lo haces y que, cuando lo consigues, el mundo siga ahí esperándote para aclamarte: ¡Lo hizo! ¡Lo consiguió!
¿Cuáles son sus vicios principales?
Aparte de escribir y picotear de la nevera, que son los más adictivos, casi ninguna droga me ha sido ajena, pero soy poco fiel y he acabado rompiendo con todas.
¿Y sus virtudes?
Ser buena persona, que cuando me lo dicen, suena a ser tonto y fácil de manejar. Pero luego resulta que soy bastante resabiado.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Un pez que coletea fuera del agua a punto de asfixiarse. Una coreografía subacuática de las de Hollywood, sustituible por equipo de natación rítmica.  Caleidoscopio. Una botella de náufrago que alguien arroja al mar y la veo  hundirse desde dentro. Al final, paz: recordaría de donde venimos y que en el útero de mi madre no se necesitaba respirar.
T. M.