En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Esteban Torre.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
No me
gustaría vivir en ninguna cárcel.
¿Prefiere los animales a la gente?
Depende de
qué animales y de qué gente.
¿Es usted cruel?
No lo sé.
Tiene muchos amigos?
Algunos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sinceridad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No.
¿Es usted una persona sincera?
Creo que
sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Todo mi tiempo es libre.
¿Qué le da más miedo?
La nada.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice?
La estupidez.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho?
No sé si llevo
una vida creativa. No sé qué soy, ni qué quisiera ser.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Caminar.
¿Sabe cocinar?
Algo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Jesús de Nazaret.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza?
Mañana.
¿Y la más peligrosa?
Nunca.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
En lo que se
entiende hoy por política, ninguna.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
No lo sé.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La pereza y la
pereza.
¿Y sus virtudes?
La perseverancia y
la paciencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
¡Yo qué sé!
T. M.