domingo, 25 de noviembre de 2018

Entrevista capotiana a Alfonso del Río


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Alfonso del Río.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi tierra, Vizcaya. Pegadito al mar. El agobio que me produciría saber, como dices, que jamás podría salir de “un solo lugar”, solo se paliaría sabiendo que puedo mirar el mar.
¿Prefiere los animales a la gente?
Prefiero a la gente. Y me encantan los animales… Pero prefiero a la gente.
¿Es usted cruel?
No. Solo en mis novelas.
¿Tiene muchos amigos?
Muchísimos. Jamás podré dejar de dar gracias por los amigos que me han puesto al lado.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Solo tienen que ser sinceros y fieles. Esto significa reconocer si algo no se ha hecho bien, y pedir perdón por ello. Cualquiera de mi entorno puede errar en cualquier otra cosa: si pide perdón, me desarma. Me gana totalmente.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Solo justo antes de dejar de serlo. No, es broma: no suelen decepcionarme. Si a veces me siento decepcionado, suele ser más por mi culpa: por esperar imposibles, por ser impaciente, por no transigir. Pero intento ser honesto conmigo mismo y rápidamente me doy cuenta de que el problema soy yo.
¿Es usted una persona sincera? 
Sobre todo cuando digo la verdad, sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Con mi mujer, con mis cuatro hijos y con el resto de mi familia. Y con amigos. Me encanta hacer planes al aire libre, me encanta hacer deporte… Me encanta aprovechar el día… mucho más que la noche.
¿Qué le da más miedo?
Sin duda, lo desconocido. Lo imprevisto.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Me escandaliza todo aquello que considere injusto.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
En realidad, soy abogado. Trabajo en un bufete internacional. El ser escritor es un sueño aparte. Una vez escuché que quien escribe, no lo hace por amor al arte, ni por ganarse la vida, ni por contentar a sus lectores… escribe porque necesita hacerlo. Si escribo por pura necesidad, no sé si puedo contestar esta pregunta…
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Mucho, sí. Practico Triathlon, no es que sea un crack, pero ahí estamos. Es una manera sana de practicar tres deportes distintos, que además, se pueden entrenar en cualquier hueco.
¿Sabe cocinar?
Sabría sobrevivir…
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Santa Teresa de Calcuta.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Que no suene muy cursi… Amor.
¿Y la más peligrosa?
Amor, también. Pero en su acepción falsa y manida, mal utilizada: ese amor que a veces se define como aquello que “apetece”, como aquello que te dicta el instinto o el ciego corazón... El amor es compromiso y sacrificio, pero sin connotaciones negativas de ambos calificativos. Si eso se respecta, el amor es la palabra más llena de esperanza. Si no, puede ser la palabra más peligrosa.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No. No soy capaz de odiar, al menos de un modo permanente y racional.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Las que algunos calificarían de conservadoras y otros, de liberales: esas que debieran defender los valores del ser humano por encima de todo.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Mejor.
¿Cuáles son sus vicios principales?
La impaciencia. El querer estar siempre haciendo algo productivo. El olvidarme de disfrutar de lo conseguido o de lo que estoy haciendo.
¿Y sus virtudes?
Ser inasequible al desaliento.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las de mi mujer y mis hijos, supongo.
T. M.