jueves, 8 de noviembre de 2018

Entrevista capotiana a José Manuel Otero Lastres

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de José Manuel Otero Lastres.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi casa de Galicia. Nací en Galicia y nunca ha salido de allí mi alma.
¿Prefiere los animales a la gente?
A la gente. Hay animales, como los perros, que quieren más a sus dueños que éstos a ellos. Pero no se trata de preferir lo más cómodo o lo más fácil. La convivencia con los humanos puede ser más difícil pero es más enriquecedora.
¿Es usted cruel?
Pienso que cada uno es como cree que es, pero casi en mayor parte como lo ven los demás. No me tengo por cruel, ni creo que los demás consideren que lo soy. Más bien pienso que soy excesivamente sentimental. 
¿Tiene muchos amigos?
Amigos del alma, no muchos. Amigos a los que aprecio y me aprecian muchos, a veces pienso que más de los que merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Yo creo que a la amistad no se va buscando nada. Surge o no surge. Y si tuviera abstractamente que decir qué es lo que más valoro en los demás diría que sentirme a gusto tanto para aprovechar como para perder el tiempo.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Soy bastante realista. No espero de la gente un comportamiento heroico, ni tampoco se lo exijo. Pienso que ser amigo significa a veces también soportar en mayor medida las cosas que trasladárselas al otro.
¿Es usted una persona sincera? 
Bastante. Aunque hay un recoveco del alma que nunca se debe descubrir a nadie y nadie es nadie.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Tengo varias ocupaciones, soy profesor, abogado, escritor (no solo de novelas, sino que también publico en la prensa) y hasta directivo de un club de fútbol muy importante. Distribuyo el tiempo entre todas esas actividades y el resto del tiempo suelo pensar, porque decía un amigo que pensar no duele.
¿Qué le da más miedo?
El dolor físico y que me dejen encerrado en un lugar sin que dependa de mí poder salir.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Más que escandalizar, lo que me extraña es que exista tanto subjetivismo, que se piense con el corazón y no con la razón.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Es que yo no decidí nunca ser escritor. Aprendía a escribir para exponer aspectos del derecho mercantil y de ahí pasé a la ficción. Empecé a escribir al margen del derecho en 1981 aproximadamente con un cuento que ganó un premio y mi primera novela la inicié en 2007.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Desde siempre me gustó hacer deporte. Ahora paseo.
¿Sabe cocinar?
Algunas cosas, sí, porque tuve que vivir solo en Berlín dos meses y tenía que hacerme la comida.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Gabriel García Márquez o a Stefan Zweig.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Inmortalidad.
¿Y la más peligrosa?
Zalamería.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
A ningún ser humano.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me considero liberal.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Futbolista profesional.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Lo que más me gusta es comer, pero no sé si es un vicio.
¿Y sus virtudes?
Creo que la alegría y la bondad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Las que tengo impresas en el alma.
T. M.