miércoles, 19 de diciembre de 2018

Entrevista capotiana a Marta Carnicero


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marta Carnicero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Me imagino la idea y no me gusta, pero si no hubiese otra opción, elegiría una ciudad soleada con mar, lugares altos, zonas verdes y una buena oferta cultural.
¿Prefiere los animales a la gente?
No.
¿Es usted cruel?
La crueldad es una de las acciones más injustificables que se me ocurren. Reconozco mi capacidad de ser cruel con las palabras, pero trato de alejarme de ella tanto como puedo.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo muchas personas cercanas. Algunas son amigas, otras lo parecen y otras demuestran serlo cuando el momento lo requiere.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Un amigo no te juzga y es alguien con quien siempre puedes contar. Parece una combinación sencilla, pero no se me ocurre bien más preciado.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No más de lo que pueda decepcionarlos yo, e intento evitarlo.
¿Es usted una persona sincera?
Demasiado. No me refiero a ese tipo de sinceridad egoísta que lleva a algunas personas a soltar lo que piensan sin ningún tipo de filtro, sino a la sinceridad en tanto que oposición a la mentira. Odio la mentira y, en general, no la practico. No sólo por aquello de que si no mientes no tienes que acordarte luego de nada, sino también porque la mentira (y las informaciones deliberadamente incompletas me parecen variantes de ella) me produce rechazo físico y me parece una forma de decepción, tanto para quien la recibe como para con uno mismo, de la que no me gusta participar.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Me gusta compartirlo con personas queridas, aunque en absoluto me aburro si estoy sola. En ese caso leo, escribo, pongo orden en el piso, veo series. No rehúyo la soledad porque sé que la disfruto.
¿Qué le da más miedo?
Hacerme mayor y que no me respondan el cuerpo o la cabeza. No ser capaz de decidir sobre mi destino. Olvidar las caras de las personas a quienes quiero. La miseria, la enfermedad, el sufrimiento. Morir de forma indigna.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Los abusos, la violencia, los oídos sordos que se hacen ante la injusticia, las desigualdades. La incoherencia, el cinismo y la cara dura con la que algunos pretenden tomarnos el pelo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
No puedo imaginármelo. Estudié ingeniería, una carrera para la que no tenía ningún tipo de vocación, para no decepcionar a mi familia. Nada indicaba los derroteros que tomaría mi vida, y aun así la escritura terminó saliendo a la superficie.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Bailo en la cocina, mientras hago la cena. ¿Eso cuenta?
¿Sabe cocinar?  
Sobre todo mientras bailo. A veces canto incluso.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Al abuelo que perdí cuando tenía tres años, a quien sólo he podido conocer de oídas. Me queda el consuelo de que mi primer recuerdo está ligado a él.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
No sabría decirlo. Puede que mañana, o quizás futuro.
¿Y la más peligrosa?
Las palabras en sí no me parecen peligrosas; son la base del diálogo. Si hablamos de palabras que definen situaciones peligrosas, probablemente elegiría intolerancia o fanatismo.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Desear la muerte de alguien, sin perder de vista que el deseo nunca será suficiente como para acabar con una vida, puede llegar una forma de consuelo (aunque estéril) en situaciones que emanan de la rabia y la injusticia. Las situaciones que involucran maltrato o sufrimiento de niños, por ejemplo, me sublevan.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Mis tendencias políticas emanan de la coherencia y el respeto, y el respeto a la intimidad es una forma de respeto también. En todo caso, de nada serviría que tratase de definirlas aquí. Lo que realmente nos define son nuestros actos.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
En este momento tengo la vida que quería tener. No se me ocurren cambios sustanciales que hacer en ella.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Me gusta comer bien. No estoy segura de que sea un vicio. Y soy capaz de vivir cómodamente en un desorden relativo.
¿Y sus virtudes?
Tengo tesón y capacidad de trabajo. También soy perfeccionista, pero tampoco estoy segura de que eso sea una virtud. Ninguna virtud lo es cuando se da en exceso.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Dudo que se me pasara ninguna imagen por la cabeza. Imagino que me centraría en tratar de salir a la superficie. Ya nado lo suficientemente mal.
T. M.