miércoles, 9 de enero de 2019

Entrevista capotiana a Gregorio Casamayor


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Gregorio Casamayor.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Manzanillo, Costa Rica.
¿Prefiere los animales a la gente?
No, prefiero a las personas, pero de una en una, los grupos y las multitudes me dan miedo.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
No muchos, pero unos cuantos sí, buenos amigos, de largo recorrido.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
No busco nada en particular, la amistad surge con el tiempo y se fortalece al enfrentar las difíciles circunstancias de la vida.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí, por supuesto, pero valoro más la historia compartida.
¿Es usted una persona sincera? 
Vivo en Barcelona y en comunidad, me parece que la sinceridad en este contexto está sobrevalorada.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
¿El tiempo libre individual o el compartido? En las cosas que me gustan, casi siempre tiene que ver con que alguien me cuente una historia (a través de una canción, un libro, una película, una función…), pero siempre es menos tiempo del que querría.
¿Qué le da más miedo?
No lo sé, quizá la tontería humana, que no tiene límites.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La indolencia, la incapacidad que tenemos de indignarnos antes los atropellos a los que somos sometidos, aquí y en cualquier otro lugar del planeta.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Envidio a la gente que es capaz de componer y cantar una canción, a los que son capaces de expresar una emoción mediante un sencillo dibujo, a los que nos cuentan una historia a través de las imágenes en movimiento…
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Camino.
¿Sabe cocinar?
No, me parece que los cocineros son una plaga, del mismo modo que los hombres del tiempo, los opinadores... En todo caso sé freír un pedazo de queso.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Dudo entre Charlize Theron y Sheldon Cooper.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amigo.
¿Y la más peligrosa?
Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, me refiero a ninguna persona conocida, de mi entorno. Otra cosa son las ensoñaciones, el desearle la muerte a ese alguien capaz de cometer esas crueldades que nos muestran los medios.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Mientras en el mundo haya injusticia, desigualdad, explotación, miseria… me apunto a una ideología que tenga a la mujer y al hombre en el eje de su acción.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Gato, en concreto un gato que se crea tigre.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Tengo una tendencia incurable al aislamiento.
¿Y sus virtudes?
Sólo la paciencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Supongo que chalecos salvavidas, una barquita con vela, un gran barco de motor de Open arms, cruceros, submarinos, buzos… y con cualquier otro artefacto que me mantuviera vivo en el más maravilloso de los mundos (y el único conocido hasta la fecha). 
T. M.