lunes, 7 de enero de 2019

Entrevista capotiana a Julio Muñoz Gijón


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Julio Muñoz Gijón.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Mi cama, con mi mujer y mi hijo, un domingo por la mañana.
¿Prefiere los animales a la gente?
Desde luego que no. Los animales me encantan, pero a mí dame gente, me gusta mucho que me respondan, me cuestionen lo que pienso y me descubran cosas.
¿Es usted cruel?
No conscientemente y estoy casi seguro de que no, ni siquiera inconscientemente (espero).
¿Tiene muchos amigos?
Más de los que puedo quedar. Hay un montón de veces que me encuentro casualmente con amigos, charlamos y rato y quedamos en vernos. Lo digo de verdad, pero luego el día a día me deja claro que no tengo tanto tiempo. No es por ganas, es por recurso tiempo.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Necesito admirarlos, de una manera o de otra, pero me gusta que la gente que me rodea me aporte, en humor, en ganas de salir cuando lo necesite aunque sea un martes, en recomendarme series, bares o proponerme proyectos locos.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
No, pero cuando ha pasado prefiero echarme un lado y no darle más vueltas. Una vez me dijeron que lo bueno es preocuparse por las cosas una vez solo, ni antes de que pase ni cuando ya no se pueden solucionar.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí, pero reconozco que me encanta exagerar para mejorar las historias que pasan, ¡y a veces me ocurre que me lo acabo creyendo!
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Últimamente no tengo mucho, pero mi mujer y mi hijo son lo que más feliz me hace.
¿Qué le da más miedo?
Que deje de interesar, que desaparezcan las buenas ideas y la salud.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La infidelidad, y no por engañar, sino por la cobardía de dejar algo que no te llena lo suficiente. La gandulería, me jode mucho la gente floja.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Me encantaría ser guionista de las tramas y los personajes de la WWE, o haber sido diplomático en muchos países o catador de vinos franceses.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Durante años he corrido mucho, he acabado maratones y eso me ha ayudado mucho en el momento de crear. Después me he pasado al boxeo. Ahora he parado y espero poder volver al ring en enero.
¿Sabe cocinar?
Son muy cualitativo, no sé muchos platos, pero si pruebas un salmorejo o una tortilla francesa mía, no querrás otra.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Silvio Fernández Melgarejo, y soñaría con que algún día alguien me eligiera a mí.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Sin duda “no”. En cada “no” duerme la esperanza de un “sí”.
¿Y la más peligrosa?
Ven.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, pero no lo descarto (desearlo, no hacerlo).
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy de izquierdas, pero cada vez más me gusta hablar con gente de otras opiniones. Creo mucho en que hay que tener espíritu critico y apostar por el diálogo. Dialogar no es hablar con alguien con el que estás de acuerdo, es pelearte con alguien que no está en tu sitio y ceder, y que ceda, y eso no es una traición a nadie.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Alguien libre del todo, es decir, sin whatsapp.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Mirar el móvil, sin ninguna duda. A mucha distancia encontrar motivos para beberme una cerveza.
¿Y sus virtudes?
Dicen que soy muy creativo y que suelo tener buenas ideas, yo creo que soy muy trabajador, y con las horas que le echo, tener ideas decentes es lo mínimo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Cuando mi hijo Silvio me hizo un dibujo de garabatos verdes en el cole porque le dije que era mi color preferido, cuando vi las tres temporadas de Twin Peaks con mi mujer, las veces que apuré demasiado en algunas curvas y la suerte de salvó y, sobre todo, cuando el monitor de buceo me dijo que cogiera una botella de aire llena antes de hacer la inmersión y no le hice caso.
T. M.