lunes, 11 de marzo de 2019

Entrevista capotiana a Juan L. Pulido


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juan L. Pulido.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Londres.
¿Prefiere los animales a la gente?
Para nada. Eso me parece una aberración.
¿Es usted cruel?
No.
¿Tiene muchos amigos?
Menos de los que quisiera y más de los que merezco.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Lealtad y sentido del humor.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Sí.
¿Es usted una persona sincera? 
Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Montaña, lectura y escritura, por ese orden.
¿Qué le da más miedo?
El dolor y la impotencia física.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La contracultura: pensar que todo lo nuestro (la cultura romano-judeo-cristiana), que todo lo viejo es malo per se. También la doblez y la intolerancia.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Montañero profesional.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Todo el que me permiten las lesiones de mi cada vez más maltrecho cuerpo.
¿Sabe cocinar?
No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Maimonides.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Vida.
¿Y la más peligrosa?
Dudo entre Dios y Pueblo, o entre Camarada y Creyente; en realidad: cualquier que permita alentar a la masa contra el individuo, cualquiera que conduzca a colocar por encima de los derechos individuales e inalienables del ser humano ideas abstractas y discutibles. Cualquiera que ponga a la fe por delante de la razón.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Me temo que soy irremediablemente socialdemócrata, por tanto, corren malos tiempos para mí. La socialdemocracia ha muerto de éxito y no encuentra su sitio.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Ya lo dije: montañero profesional o, en su defecto, farero de los de antes.
¿Cuáles son sus vicios principales?
No puedo contestar a esto sin la presencia de un abogado.
¿Y sus virtudes?
La fuerza de voluntad.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
El paisaje volcánico de Guatemala, mi hijo con dos años, yo mismo con cinco años de la mano de mi abuelo…
T. M.