miércoles, 3 de julio de 2019

Entrevista capotiana a Marta Abelló


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marta Abelló.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En una casa delante de alguna playa del Mediterráneo, con estanterías repletas de libros.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me fascina la humanidad de algunos animales y preferiría que alguna gente no fuera tan animal.
¿Es usted cruel?
La crueldad implica deleite, por lo tanto, no. Ni siquiera con mis personajes puedo serlo.
¿Tiene muchos amigos?
Más que muchos, buenos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Si acaso se busca algo en una amistad, serían afinidades.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Olvido fácilmente, así que si lo hacen, ya no me acuerdo.
¿Es usted una persona sincera? 
Cuando escribo me gusta desenterrar la verdad de las historias; y cuando no, me gusta ser honesta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Suelo viajar a otros mundos que están en este. Es decir: leo, escucho música y veo películas.
¿Qué le da más miedo?
La maldad escondida en máscaras de payaso.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La desfachatez y la injusticia. Suelen ser utilizadas por políticos y jueces, indistintamente.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Daría rodeos tratando de explorar algún otro arte para acabar finalmente siendo escritora, que es lo que empecé a desear a los ocho años.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
A veces corro con los lobos, subo a ver las nieves del Kilimanjaro, recorro la ruta de la Seda o paseo por los campos de rosas de la Torre Oscura. Es un no parar.
¿Sabe cocinar?
Sé preparar una buena fideuà pero no consigo preparar una tortilla de patatas decente y es fácil que se me quemen las croquetas. Me gusta tener libros de recetas que a menudo hojeo con perpleja admiración.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A Edgar Allan Poe. Fascinante autor de culto y a la vez personaje en sí mismo. De hecho, tengo un proyecto iniciado sobre él.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amanecer. Suena a nuevo comienzo, a renacimiento, a que siempre vuelve a salir el sol pese a todo.
¿Y la más peligrosa?
Odio. Porque en esas cuatro letras se esconde el germen de todo aquello que impide un mundo feliz.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Sí, a Truman Capote por pergeñar entrevistas como esta.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Tiendo a la izquierda, a veces me balanceo hacia la anarquía y otras hacia la indiferencia. En todo caso, me gustaría un gobierno como el que propuso Platón: de sabios y filósofos. ¿Te he dicho ya que me gustan las cosas imposibles?
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Bibliotecaria en Alejandría. Astrónoma en la casa de la sabiduría de Bagdad. O tal vez me conformaría con ser uno de mis gatos y dormir quince horas al día.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Soy lectora compulsiva. Y bebedora de té.
¿Y sus virtudes?
Paciencia, constancia e imaginación.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?  
En el caso de que ya no hubiera posibilidad de salvación, me encomendaría a los dioses, daría las gracias por lo vivido y me hundiría aceptando mi destino en paz, esperando que al otro lado alguien me estuviera recibiendo para darme respuestas acerca de los porqués de esta vida. Espero reencarnarme y quizás te lo podré contar.
T. M.