viernes, 6 de diciembre de 2019

Entrevista capotiana a C. A. Yuste


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de C. A. Yuste.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
En mi cocina. A poder ser llevándomela a una isla paradisíaca con discotecas y playas de arena antiadherente. Pero si no se puede elegir la ubicación de mi cocina, en mi casa está muy bien.
¿Prefiere los animales a la gente?
Me encantan los gatos, pero sin duda prefiero a las personas.
¿Es usted cruel?
Sí. No me agrada confesarlo, pero en ocasiones reconozco que puedo ser verdaderamente cruel.
¿Tiene muchos amigos?
Tengo amigos en muchos sitios. Y siempre que puedo procuro hacer nuevos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Pues en principio no busco ninguna cualidad. O al menos nunca me lo había planteado. Supongo que me hago amigo de alguien sencillamente porque me cae bien. Pero si ahora pienso en el conjunto de mis amigos, la verdad es que, antes que nada, todos son buenas personas.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Afortunadamente no.
¿Es usted una persona sincera? 
Mi padre decía que mentir es engañar a alguien para hacerle daño. Soy travieso y me gusta engañar, tomar el pelo, pero no para hacer daño. Digamos que más que sincero, lo que no soy es mentiroso.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Encerrado en mi habitación, tumbado en la cama leyendo o mirando el móvil.
¿Qué le da más miedo?
Nada me da más que yo mismo. Me inquieta mucho más poder llegar a ser victimario de alguien que víctima de algo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La crueldad, la injusticia, el fanatismo... hay tantas cosas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Siendo escritor soy también profesor, conferenciante, bombero forestal en verano y amo de casa. Creo que sería lo mismo pero sin escribir.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Hago rutinas Tabata, abdominales y otras perversiones adquiridas en mis veranos bomberiles. Espero que con los años llegue a superarlo.
¿Sabe cocinar?
Y muy bien, además. No todo, desde luego, pero las legumbres, los arroces, los purés, las verduras y los estofados me suelen quedar deliciosos. Y no lo digo yo, que conste, lo dicen mis hijos, mis compañeros del parque de bomberos o mis amigos en la sociedad gastronómica.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Stefan Zweig. Soy muy poco mitómano, pero me encantaría parecerme a él. Es un gran ejemplo de la Europa que pudimos ser y nosotros mismos nos arrebatamos.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Pues precisamente “esperanza”. Es una palabra y un nombre propio que me encanta.
¿Y la más peligrosa?
Todas las palabras pueden ser realmente peligrosas. Las palabras son pequeñas armas de destrucción masiva. Afortunadamente también sirven para construir.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Muchas. Y de las maneras más extravagantes que se te puedan ocurrir.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Soy socialista. Desde luego veo aportaciones muy interesantes en otras ideologías, pero con el socialismo es con la que más me identifico.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Invisible. Menuda juerga. Ahora, si he de ser algo “posible”, prefiero quedarme como estoy: soy esposo, padre, hijo y hermano. Me sobra.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Cuando llegan los sanfermines prácticamente todos
¿Y sus virtudes?
Cocino bien como ya he dicho. Y, por lo que dicen los compañeros de blablacar con los que he viajado, también debo ser buen conversador.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Pues el caso es que no se me pasó ninguna. Cuando era pequeño casi me ahogo en una piscina, hasta que un amigo de mis abuelos se tiró a sacarme del agua y aún me acuerdo de que lo único que veía era a la gente de la orilla, ninguna imagen ni luz al final del túnel. Igual no me ahogué lo suficiente, pero el susto fue tremendo.
T. M.