jueves, 12 de diciembre de 2019

Entrevista capotiana a Nuria Barnes


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Nuria Barnes.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
Sin lugar a dudas, Barcelona, la ciudad en que nací, lo tiene todo desde la playa a explosiones de últimas tendencias. Engloba todo desde la tradición y un maravilloso gótico a una ciudad cosmopolita, punto de llegada de población que proviene de todas partes del mundo, das un paseo por el barrio de gracia e idiomas, costumbres, olores de distintas cocinas se mezclan con sus calles decoradas de su famosa y tradicional Fiesta Mayor de agosto.
¿Prefiere los animales a la gente?
Otro rotundo sí, vivo en un pueblo de menos de trescientos habitantes y convivo con ocho animales. Ellos conservan un montón de cualidades muy difíciles de encontrar en nuestros días en el ser humano, me quedo con la famosa frase de Óscar Wilde.
¿Es usted cruel?
No, a veces pienso que he pecado mucho de tonta, todo lo contrario, quizá un demonio que se enfrentara más al ángel que dicen que llevamos todos, no me hubiera ido mal.
¿Tiene muchos amigos?
En ese aspecto he sido afortunada, porque conservo mis amigas de niñez y juventud y amigos de más de veinte y once años, y la vida me regaló tres nuevos hace cinco años, estupendos, aunque ahora nos veamos menos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Sinceridad, fidelidad, complicidad, independencia, no nos ha hecho falta nunca estar todos los días para ser, pero cuándo los he necesitado y al revés siempre han estado y quiero pensar que yo también.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Los amigos de verdad no, conocidos que creíste amigos, siempre. Hay mucha maldad, envidia, hipocresía, falsedad, es la diferencia entre te quiero y por eso te necesito y te necesito por eso te quiero.
¿Es usted una persona sincera? 
Demasiado, con lo años he tenido que apaciguar mi absoluta sinceridad cambiándola por el silencio. Recuerdo una boda a la que asistí y en que la novia siendo guapa, parecía haberse empeñado en estar horrorosa, total entre en el cuarto, la vi y dije: ‘ufff cuanta gente me voy que la vamos a agobiar'. Fue lo primero que se me ocurrió, no podía mentir pero tampoco ser sincera.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
Lectura, música, amigos, un buen vino y una buena conversación y por supuesto salir con mis perros a pasear.
¿Qué le da más miedo?
Los vivos que la muerte, la falta de libertad y privacidad, el resurgimiento del fascismo, los asesinos de mujeres y los violadores, la falta absoluta de justicia. El lado oscuro del ser humano.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Los toros, el maltrato animal me sube por las paredes, no sé si se puede llamar escandalizar, pero me supera. La corrupción en general y la carencia del aprendizaje que se nos supone no deja de asombrarme o quizá si, de escandalizarme. La doble moral.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Creo que actriz y cantante, me encanta cantar desde niña, siempre vi a mi familia hacerlo, y creo que dentro de mi vive una actriz que no encontró el momento para dedicarse a ello. La pintura y la escultura me encantan. Muy difícil, soy una amante de todas las artes en general.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Por motivos de salud no puedo más que andar y últimamente lo hago con una rótula desplazada, nadar moderado, yoga o tai-chi.
¿Sabe cocinar?
Sé, pero no me prodigo. El hecho de vivir sola mucho tiempo no lo ha favorecido, pero si me tengo que poner e incluso hacer delicatessen, me pongo. Pero no he heredado la mano de mi madre, y no es que lo diga por ser su hija, es un dato objetivo.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
Otro, sin dudarlo a Julio Cortázar. Siempre me he imaginado charlando con el, fumando unos cigarrillos, paseando el París de Rayuela, hablando de cronopios y de famas. A menudo, como hizo por primera vez mi amigo y poeta José Cantabella, que nos dejó este año, me defino como un cronopio, me siento plenamente identificada con esa definición.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor.
¿Y la más peligrosa?
Envidia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
No, y en algún caso me han sobrado los motivos, pero el rencor y el odio, solo sirven para dañarse a uno mismo. Mejor pasar página.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
Creo que con lo dicho han quedado claras, claramente izquierdas de las de verdad, de la real y solo hay una.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Fuera del ámbito creativo, quizá médico. Psiquiatra. O tal vez psicólogo. La mente humana es un gran misterio.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Fumar. Porque todo aquello que considero sano para mí no es un vicio, siempre que sea dentro de unos parámetros que yo considere normales, ni mi entorno ni la sociedad en general.
¿Y sus virtudes?
La empatía, la paciencia y ese vive y deja vivir tan mío y que aprendo sobretodo de mi padre. Para que respeten tu vida, debes empezar por respetar la de los demás, y aun así a veces no lo consigues.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Mi hija, mi madre, mi familia, mi vida… No me da miedo la muerte, quizá porque he tenido una vida muy, muy intensa, porque yo soy intensa en general, no podía ser de otra manera, pero sí ciertas formas de morir y una es ahogándome.
T. M.