jueves, 30 de julio de 2020

Entrevista capotiana a Aurora García Mateache

 

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Aurora García Mateache.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La respuesta dependerá de cómo me levante. Un día me decantaría por una casa ubicada cerca de un acantilado rocoso desde el que  contemplar el romper furioso de las olas, otro por una playa salvaje en la que hundir el pie y al levantarlo sentir el efecto de un reloj de arena, de pronto me vería en un campamento en medio de la sabana africana… Lo que sí puedo afirmar es que los destinos suelen tener como punto de unión la proximidad del mar.  

¿Prefiere los animales a la gente? No. Un animal no tiene la complejidad intelectual de un hombre, para lo bueno y para lo malo, por lo tanto no se puede esperar lo mismo de cada uno. Un animal nunca podrá inventar la penicilina, sin embargo tampoco destruirá como hacen las personas. Adoro la naturaleza y observar la conducta de los animales en libertad. Creo que todo es complementario y se necesita.

¿Es usted cruel? Intento no serlo, aunque inevitablemente supongo que todos somos crueles en la vida de alguien alguna vez. Incluso de manera inconsciente. A veces la broma más inofensiva en su origen puede ser recibida con gran dolor según las batallas internas de su destinatario. No soporto la crueldad con una persona que esté en inferioridad de condiciones. Me parece un despreciable acto de cobardía que retrata muy bien a la persona que así actúa. Lamentablemente, es algo que se produce rutinariamente.

¿Tiene muchos amigos? Soy una persona muy sociable pero de tiempo limitado. Me gusta mucho conocer gente nueva, pero luego necesito volver a mi espacio, si no me asfixio. Amigos en el sentido estricto de la palabra tengo los suficientes como para estar satisfecha. Aunque cualquier persona que pueda llegar a serlo la acojo con mucha alegría.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que después de tomar un café o un vino con ellos me levante de la mesa con ganas de ser más. Huyo de las energías negativas porque, como una vez me definió alguien que fue muy importante en mi vida, soy una persona con una fuerte carga de tristeza pero mucho sentido del humor. Así que ya tengo bastante con mi propia inercia autodestructiva. Busco lealtad y química.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Muy poco. La decepción es la consecuencia negativa de unas expectativas no cubiertas. Suelo ser bastante comprensiva porque entiendo que cada uno vive su duelo rutinario. Y mejor que sea así, porque si alguien me decepciona mucho no suele haber vuelta atrás.  

¿Es usted una persona sincera? Si con mi opinión voy a mejorar algo, sí. Si no, la sinceridad excesiva me parece una máquina arrogante de hacer daño. Según su posición en la vida, donde alguien ve un seis, otro puede ver un nueve. Y ningún enfoque tiene por qué estar mal.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Un viaje en buena compañía es mi ocupación predilecta. Sin estar pendiente del reloj y sin wifi.

¿Qué le da más miedo? En general, el alcance de la maldad humana. Por más que lo intento, es imposible que no visualice las torturas a las que se han visto sometidas algunas personas y empatizo tanto que llego a verme en esa situación. Enterramientos a gente viva, torturas… En definitiva, la agonía del que sabe que va a sufrir una barbarie física sin poder escapar me parece terrorífico. Pero a día de hoy, que le suceda algo malo al niño que estoy esperando es lo que  me da más miedo.  

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? A día de hoy no consigo encontrar nada que me escandalice, sí que me indigne.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No lo sé. Tendría que ser concebida por otros padres, nacer en otras circunstancias, tener un desarrollo, mentalidad y genética diferentes para poder responder esa pregunta.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Me gusta mucho caminar y nadar si el agua está no está muy fría. Debería practicar más deporte, es una asignatura que me temo tendré pendiente toda mi vida, junto con la de aprender a dar vida al piano de mi abuelo.

¿Sabe cocinar? Cosas básicas. Aunque ahora que voy a tener una familia me está gustando aprender nuevas recetas. Siempre he pensado que en una casa una parte considerable del cariño se manifiesta a través del que se pone en la cocina. En casa de mis padres lo sentí así y quiero que en la mía sea igual.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Cada vez me apetece más dar con la historia de algún personaje anónimo con una carrera truncada por mantenerse fiel a sus principios. Una actriz sin lograr el papel de su vida por no acostarse con el director, un político retirado por no claudicar ante la corrupción de su alrededor… Creo que todas estas personas están llenas de silencios y tienen mucho que contar. 

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Tengo dos. La ternura y la misericordia.

¿Y la más peligrosa? La soberbia. Básicamente porque es una actitud estúpida que limita la inteligencia y dificulta el progreso. Grandes tragedias a lo largo de la historia se han producido por un alarde de soberbia. A todos nos invade alguna vez, pero creo que hay que intentar evitarla.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero reconozco que me costaría domar ese deseo si alguien acabara con la vida de un ser querido voluntariamente.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Valoro demasiado la libertad individual, así que tiendo a defender un sistema liberal con cobertura estatal en las necesidades básicas. A estas alturas no soporto el adoctrinamiento ni que me digan lo que tengo que pensar o hacer.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? La respuesta a esta pregunta está en consonancia con la de qué vida hubiera elegido de no optar por la escritura. Tendría que volver a otro vientre materno. Pero quizá actriz. Al igual que me apasiona crear distintos tipos de personajes, también interpretarlos.

¿Cuáles son sus vicios principales? Tengo a veces un pronto colérico. En el pecado llevo la penitencia, porque siempre me arrepiento después.

¿Y sus virtudes? En el fondo soy muy blanda. Me “ronronean” un poco y ya cedo. Esto no sé si es una virtud para mí, pero al menos supongo que es útil para los demás.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No tengo ni la más remota idea, creo que centraría todos mis esfuerzos en intentar sobrevivir.

T. M.