jueves, 13 de agosto de 2020

Entrevista capotiana a Juana Rosa Pita


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Juana Rosa Pita.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría?
La presencia amada es el “lugar” del que aceptaría no poder salir. En soledad, Venecia: en su indefenso esplendor el alma afluye en la corriente del espíritu.   
¿Prefiere los animales a la gente?
Me deleitan algunos caballos, pájaros y peces, pero prefiero absolutamente a las personas que no son gente.
¿Es usted cruel?
No, ni siquiera de juego. Me desagrada hasta el choteo, que es su antifaz verbal.
El sentido del humor es indispensable si es cervantino; si es cruel araña el alma.
¿Tiene muchos amigos?
Me importa la calidad más que el número. Los buenos amigos son un tesoro: pueden contar siempre con mi lealtad, como yo con el valor de ellos.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Las que ellos tienen más escondidas, por pudor u orgullo: esas son las que busco.
¿Suelen decepcionarle sus amigos?
Un adagio toscano habla mejor: “Amigo perdido: amistad que no llegó a nacer”.
En ese caso se trata más bien de una pérdida.
¿Es usted una persona sincera?
Soy sincera inveterada, al punto que a veces despierto cierta incredulidad. Así he aprendido a no abusar: trato  de no propasarme por sincera, siendo discreta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre?
El tiempo ni existe ni es libre: me ocupo en hacer lo que hace ser, y lo libero.
¿Qué le da más miedo?
Me lo da desde siempre la oscuridad cerrada en soledad. Miedo a su rostro.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
Cómo que no: la ingratitud, la envidia, la arrogancia y la tiranía, sostenidas descaradamente, con todas sus nefastas consecuencias personales y colectivas.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho?
Más que decidir respondí con entrega a un llamado. Tal vez habría sido pianista, para trasmitir una creación musical (pienso en Chopin) con mis propias manos.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico?
Caminar, caminar, incluso apretar el paso para no perder el transporte público.
Subir escalinatas, caminar, caminar…
¿Sabe cocinar?
Sé y lo hice bastante tiempo, pero a estas alturas prefiero que cocinen por mí: sea el Chef del delicatesen italiano en que compro víveres, un restaurante casero…
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría?
A mi abuelo alemán, “que no lo fue de sangre/ sino de amor presente”, y que pesar de ello, dijo en una ocasión que yo en los ojos delataba ser su descendiente.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza?
Amor, porque equivale a Dios: ese misterioso intercambio eterno de amor que es.
¿Y la más peligrosa?
No tengo idea. En todo caso, no me atrevería a pronunciarla, y menos a escribirla. 
¿Alguna vez ha querido matar a alguien?
Nunca. Carezco de intensidad para desear la muerte: solo me apasiona dar vida.
¿Cuáles son sus tendencias políticas?
No tengo ninguna mentalidad o tendencia política, siempre que haya libertades democráticas. Los totalitarismos destruyen, amordazan, paralizan y envilecen.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser?
Me consta que no puedo ser otra cosa. Pero en ese caso: un regalo divino.
¿Cuáles son sus vicios principales?
Dejo la enumeración para quienes me conozcan. Pero el principal supongo que es volverme inamovible, como un místico en trance, cuando estoy concentrada.
¿Y sus virtudes?
Disfrutar con esmero lo que decido hacer bien (sea criar hijos, viajar, cultivar armonía…), sin dejarme disuadir por obstáculos, fallos, predicciones ajenas.    
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza?
Solo Dios tiene el guión de esa película.
T. M.