Aún con el recuerdo de su anterior libro, el magnífico «La venganza de los siervos. Rusia 1917», donde explicó las contradicciones y la complejidad de las crisis que sufrió Rusia desde 1914 a 1921, Julián Casanova nos propone otro acercamiento distinto a la historia. Acostumbrado a alejarse de lo que él mismo llama “tópicos y representaciones superficiales”, tan propios de la historiografía de Occidente, el catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, y profesor visitante en la Central European University de Budapest, cuestiona con tino la conocida idea de Eric Hobsbawm. Esta es, “el largo siglo XIX”, al considerar que nació con la Revolución Francesa y acabó con la Gran Guerra, junto con el “corto siglo XX” (desde 1914 hasta la disolución de la URSS).
En ese sentido, Casanova difiere de la aceptada división de la pasada centuria entre una mitad violenta y otra pacífica, por no atender lo sucedido no sólo en países dominantes como Francia y Reino Unido, sino en otros de la Europa Central y del Este. De ahí que se ocupe con especial cuidado de manifestaciones de violencia que no han estado en un primer plano en los libros de historia, como el terrorismo anarquista y las guerras de sucesión en Yugoslavia. Este enfoque panorámico favorece que obtengamos una visión contrastada y amplia, desde España a Rusia, y podamos ir entendiendo con claridad asuntos ligados a eventos de gran repercusión como la ideología de la raza, el nacionalismo o los regímenes totalitarios, con infamias asociadas como el genocidio o la limpieza étnica.
Publicado en La Razón, 3-X-2020