viernes, 23 de octubre de 2020

Entrevista capotiana a Marta Vives

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Marta Vives.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Me parece complicado porque en los últimos diez años he hecho más de diez mudanzas y he vivido en cinco países distintos. Sin embargo, el lugar donde siempre encuentro más confort es cerca de mi familia así que elegiría ese.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a la gente.

¿Es usted cruel? A veces mi autoexigencia es un arma cruel.

¿Tiene muchos amigos? Tengo muy buenos amigos y mi relación con ellos siempre se actualiza. Me gusta tener relaciones activas y para eso es necesario invertir en la amistad. Mis amigos son una de las partes más importantes de mi vida.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean honestos, que les guste tanto hablar como escuchar, que sean de fiar. Que no sean unos people pleasers y que disfruten de un buen ritual compartido de comida y bebida. Lo dicho, que sean de fiar.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Mis amigos no suelen decepcionarme.

¿Es usted una persona sincera? Sí, con los daños colaterales que eso puede suponer. Creo que ser sincera es un atajo para mí y para los demás.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Descubriendo cosas que no sé y reflexionando.

¿Qué le da más miedo? El dolor físico.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Hay pocas cosas que me escandalicen. Entre lo que he vivido, lo que me han contado y lo que he visto o leído, si algo me impacta más de lo normal, mi cabeza lo traduce al instante como material de trabajo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Me parece imposible ser yo y no llevar una vida creativa. Lo cierto es que durante casi un año lo intenté y tuve que abordar la situación porque me sentía fuera de lugar en mi propia vida.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Ninguno que no provoque una satisfacción.

¿Sabe cocinar? Sí y me encanta. Sobre todo desde que me fui a vivir a Italia. Uno de mis olores favoritos cuando empiezo a cocinar es el de ajo y romero en la sartén.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Escribir sobre un personaje inolvidable y estar a la altura me parece terrorífico.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Perseverancia.

¿Y la más peligrosa? Expectativa.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Nunca he tenido ese interés.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mis ideales políticos son algo similar a políticas ideales pero para ser más concreta: la cultura necesita ahora más que nunca un respaldo muy potente. No sólo para todos los que nos dedicamos a la cultura en sí sino porque la sociedad desea este bien como el aire que respira. Y eso lo sabemos todos incluso esos que actúan como si no fueran conscientes de ello.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un hotel de muchísimas habitaciones con la habilidad de la escucha.

¿Cuáles son sus vicios principales? Yo creo que mis amigos dirían mi uso de las manos y los dedos cuando hablo.

¿Y sus virtudes? La mayor esperanza: la perseverancia. Entre otras. Y la humildad. Y el humor.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Sin duda aparecería la gente a la que más quiero. Pero sé que se me escaparían imágenes por ahí en medio y pensaría: ¿por qué esta imagen ahora, si no es tan importante?, ¡que me estoy ahogando! ¿O quizás sí que es importante y por eso aparece?

T. M.