Ya sea en el Tahití de finales del siglo XIX y la Mallorca de los años
treinta del XX; ya sea en el País Vasco actual que transita sobre la mitología
y las leyendas del lugar; ya sea mediante sus argumentos de relato “noir”, de
corte criminal, trágico; ya sea en la recreación del norte europeo medieval
entre castillos y mercenarios vikingos, Sáenz de Urturi siempre trata de fundir
lo fantástico en lo cotidiano. Y lo hace con los dos géneros que ahora son
preponderantes en el mundo editorial español, europeo, universal: el
detectivesco y el histórico.
El julio pasado, con motivo de la publicación en Estados Unidos de la
traducción de su novela "El silencio de la ciudad
blanca", cuatro años por lo tanto de su edición original, la autora ponía
de manifiesto el viejo tópico de que en literatura "cuando vas a lo
concreto llegas a lo universal". De tal modo que observar su natal Vitoria
se ha convertido para ella en historias comunes a todos en que técnicas
arqueológicas comparten páginas con oscuros secretos familiares tanto como con amores
turbios y desoladores crímenes.
La autora ya es un
clásico vascuence del siglo XX, por así decirlo, como lo atestigua el hecho de
que, como en otros casos de superventas –Carlos Ruiz Zafón, Ildefonso Falcones o Stieg Larsson–, hay en su ciudad rutas
especiales para amantes de la obra citada, correspondiente a su “Trilogía de la
ciudad blanca", en que se incluye una para los que desean degustar las
especialidades gastronómicas que aparecen en los libros. Porque, si siguiéramos
con la entrevista “capotiana”, y le preguntáramos si sabe cocinar, respondería,
también sin dudar: “Soy alavesa, ¿usted qué cree?”.
Publicado
en La Razón, 16-X-2020