Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La mente de una persona sencilla y feliz que no
le pida demasiado a la vida ni a las personas y que no contemple ni por asomo la
posibilidad de escribir.
¿Prefiere los animales a la gente? Depende de
qué animales y qué gente. Hay gente y animales a los que amo muchísimo y que
como más me gustan es juntos. Si hablamos de animales salvajes, la verdad,
prefiero tener que vérmelas cara a cara con el peor jefe que haya tenido que
con un jaguar hambriento. Aunque cuando me muera me gustaría que entregasen mi
cuerpo a los perros. Me parece mucho más bello que ser enterrada o incinerada.
¿Es usted cruel? Sobre todo conmigo misma.
En estos días siento que estoy siendo malvada con los personajes que aparecen
en el libro que estoy escribiendo, y disfruto con ello, así que supongo que sí
soy cruel. A veces también soy un poco cruel con la vida, con los amigos,
exigiéndoles cosas absurdas.
¿Tiene muchos amigos? Creo que
sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Me gusta
admirarlos hasta la envidia. Me gusta ser amiga de personas capaces de hacer o
pensar cosas que me fascinan.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? En
ocasiones entro en círculos diabólicos de autoexigencia extrema, y algunas de
esas veces la demanda se amplía a mis seres queridos, a los que empiezo a
exigir -secretamente, rara vez lo expreso- cosas imposibles. Por suerte, cada
vez mantengo estas explosiones internas más a raya.
¿Es usted una persona sincera? Miento
cuando es necesario mentir, cuando la mentira me protege o protege a los demás
de algo. De resto, en general, suelo ser sincera, a veces hasta la crueldad.
Menos en redes sociales, claro, donde, como todo el mundo, finjo que mi vida es
fascinante y perfecta.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta
mucho no hacer nada, pero la vida y mi crueldad interna me suelen exigir hacer
cosas. Leo, veo películas, paseo con mi perra, quedo con amigos y hablamos sin
parar. A veces bailo. Mi idea perfecta del ocio es no tener nada que hacer y
leer un libro que ya he leído.
¿Qué le da más miedo? El dolor
físico. La certeza de que ninguno estamos tocados por una varita mágica ni
protegidos por ningún dios, y que cualquier enfermedad o revés de la vida nos
la puede destrozar. El azar, el azar me aterra.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La gente que cree que es íntegra, que piensa que siempre
hace lo correcto. La falta de autocrítica, la ceguera de las personas ante una
verdad universal: somos animales que luchamos por sobrevivir y tener un buen
lugar dentro de la manada, aunque eso suponga pisar a otros. No ver esto, no
ser conscientes de que esto existe dentro de nosotros, convierte a las personas
en hijosdeputa integrales.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? A veces veo tanto talento
en ciertas personas y deseo tanto que triunfen que pienso que me gustaría haber
sido representante de artistas. Aunque eso también requiere creatividad, claro.
En realidad, mi sueño sería que no me importase en absoluto la literatura y
escribir, y poder dedicarme algo que acallara la mente en lugar de jalearla.
Tengo fantasías en las que soy profesora de yoga y no vivo en la mente, sino en
el cuerpo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hago yoga
casi todos los días y me gusta nadar. Tengo que obligarme a moverme, no es algo
que me salga natural, pero cuando lo hago lo disfruto mucho. Encuentro una gran
relajación en la tensión física del deporte, el estiramiento de los músculos,
el esfuerzo. Cuando era niña hacía ballet clásico, y recuerdo cómo, en una
clase de estiramientos salvajes, sentí que ese dolor me llevaba a un espacio de
paz mental muy extraño. Fue como si me hubieran encerrado en una burbuja
protectora. Me quedé fascinada, y desde entonces busco ese momento una y otra
vez.
¿Sabe cocinar? No entiendo cómo se puede
vivir sin saber cocinar. Me gusta mucho cocinar, lo hago todos los días. Nunca
repito exactamente una receta; cada vez hago algo nuevo. Mis especialidades son
la tortilla de patatas y verduras, las arepas y un pastel salado de polenta que
me inventé hace dos años.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Lydia
Davis. No hay escritora viva que me fascine tanto como ella. Sueño con
entrevistarla algún día.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Sopa.
¿Y la más peligrosa? Ni idea.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero
sí que le sucediesen cosas muy malas.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo, más
que en una política a gran escala, en el activismo de proximidad, en el buen
gesto y la ayuda para con los que nos rodean. Creo en el gesto pequeño. No
sirve de nada que nos escandalicemos ante la corrupción y la doble moral de los
políticos y que digamos que somos de izquierdas y apoyamos los derechos
sociales si después nosotros mismos somos egoístas, mentirosos y corruptos en
las pequeñas cosas de nuestra vida.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un gato o
un perro muy bien cuidado. Dormir al sol, no tener expectativas ni ambiciones.
¿Cuáles son sus vicios principales? Soy
neurótica, maniática y exigente, pero vaga. Tengo tendencia a caer en la
desesperanza.
¿Y sus virtudes? Hago un inmenso esfuerzo
para sobreponerme a mi vagancia y a mi desesperanza, me gusta agasajar a la
gente, me acuerdo de las historias que me cuentan mis amigos, y a veces
recuerdo momentos de sus vidas que ellos mismos han olvidado.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pensaría
en Peter Pan diciendo: "Morir debe ser una aventura increíble". Esa
frase me trastornó de pequeña. Imagino que una vez sabes que no hay nada que
hacer, que vas a morir, el cuerpo y la mente se relajan. Una que vez te dejas
llevar, debe haber cierto disfrute en ello.
T. M.