sábado, 17 de octubre de 2020

Entrevista capotiana a Sabina Urraca


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Sabina Urraca.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La mente de una persona sencilla y feliz que no le pida demasiado a la vida ni a las personas y que no contemple ni por asomo la posibilidad de escribir.

¿Prefiere los animales a la gente? Depende de qué animales y qué gente. Hay gente y animales a los que amo muchísimo y que como más me gustan es juntos. Si hablamos de animales salvajes, la verdad, prefiero tener que vérmelas cara a cara con el peor jefe que haya tenido que con un jaguar hambriento. Aunque cuando me muera me gustaría que entregasen mi cuerpo a los perros. Me parece mucho más bello que ser enterrada o incinerada.

¿Es usted cruel? Sobre todo conmigo misma. En estos días siento que estoy siendo malvada con los personajes que aparecen en el libro que estoy escribiendo, y disfruto con ello, así que supongo que sí soy cruel. A veces también soy un poco cruel con la vida, con los amigos, exigiéndoles cosas absurdas.

¿Tiene muchos amigos? Creo que sí.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Me gusta admirarlos hasta la envidia. Me gusta ser amiga de personas capaces de hacer o pensar cosas que me fascinan.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? En ocasiones entro en círculos diabólicos de autoexigencia extrema, y algunas de esas veces la demanda se amplía a mis seres queridos, a los que empiezo a exigir -secretamente, rara vez lo expreso- cosas imposibles. Por suerte, cada vez mantengo estas explosiones internas más a raya.

¿Es usted una persona sincera? Miento cuando es necesario mentir, cuando la mentira me protege o protege a los demás de algo. De resto, en general, suelo ser sincera, a veces hasta la crueldad. Menos en redes sociales, claro, donde, como todo el mundo, finjo que mi vida es fascinante y perfecta.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta mucho no hacer nada, pero la vida y mi crueldad interna me suelen exigir hacer cosas. Leo, veo películas, paseo con mi perra, quedo con amigos y hablamos sin parar. A veces bailo. Mi idea perfecta del ocio es no tener nada que hacer y leer un libro que ya he leído.

¿Qué le da más miedo? El dolor físico. La certeza de que ninguno estamos tocados por una varita mágica ni protegidos por ningún dios, y que cualquier enfermedad o revés de la vida nos la puede destrozar. El azar, el azar me aterra.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? La gente que cree que es íntegra, que piensa que siempre hace lo correcto. La falta de autocrítica, la ceguera de las personas ante una verdad universal: somos animales que luchamos por sobrevivir y tener un buen lugar dentro de la manada, aunque eso suponga pisar a otros. No ver esto, no ser conscientes de que esto existe dentro de nosotros, convierte a las personas en hijosdeputa integrales.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? A veces veo tanto talento en ciertas personas y deseo tanto que triunfen que pienso que me gustaría haber sido representante de artistas. Aunque eso también requiere creatividad, claro. En realidad, mi sueño sería que no me importase en absoluto la literatura y escribir, y poder dedicarme algo que acallara la mente en lugar de jalearla. Tengo fantasías en las que soy profesora de yoga y no vivo en la mente, sino en el cuerpo.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Hago yoga casi todos los días y me gusta nadar. Tengo que obligarme a moverme, no es algo que me salga natural, pero cuando lo hago lo disfruto mucho. Encuentro una gran relajación en la tensión física del deporte, el estiramiento de los músculos, el esfuerzo. Cuando era niña hacía ballet clásico, y recuerdo cómo, en una clase de estiramientos salvajes, sentí que ese dolor me llevaba a un espacio de paz mental muy extraño. Fue como si me hubieran encerrado en una burbuja protectora. Me quedé fascinada, y desde entonces busco ese momento una y otra vez.

¿Sabe cocinar? No entiendo cómo se puede vivir sin saber cocinar. Me gusta mucho cocinar, lo hago todos los días. Nunca repito exactamente una receta; cada vez hago algo nuevo. Mis especialidades son la tortilla de patatas y verduras, las arepas y un pastel salado de polenta que me inventé hace dos años.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Lydia Davis. No hay escritora viva que me fascine tanto como ella. Sueño con entrevistarla algún día.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Sopa.

¿Y la más peligrosa? Ni idea.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, pero sí que le sucediesen cosas muy malas.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo, más que en una política a gran escala, en el activismo de proximidad, en el buen gesto y la ayuda para con los que nos rodean. Creo en el gesto pequeño. No sirve de nada que nos escandalicemos ante la corrupción y la doble moral de los políticos y que digamos que somos de izquierdas y apoyamos los derechos sociales si después nosotros mismos somos egoístas, mentirosos y corruptos en las pequeñas cosas de nuestra vida.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un gato o un perro muy bien cuidado. Dormir al sol, no tener expectativas ni ambiciones.

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy neurótica, maniática y exigente, pero vaga. Tengo tendencia a caer en la desesperanza.

¿Y sus virtudes? Hago un inmenso esfuerzo para sobreponerme a mi vagancia y a mi desesperanza, me gusta agasajar a la gente, me acuerdo de las historias que me cuentan mis amigos, y a veces recuerdo momentos de sus vidas que ellos mismos han olvidado.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Pensaría en Peter Pan diciendo: "Morir debe ser una aventura increíble". Esa frase me trastornó de pequeña. Imagino que una vez sabes que no hay nada que hacer, que vas a morir, el cuerpo y la mente se relajan. Una que vez te dejas llevar, debe haber cierto disfrute en ello.

T. M.