En
1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía
que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se
entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que
sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora,
extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la
que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio-Prometeo Moya.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Si se trata de un edificio, el palacio del
Marqués de Dos Aguas de Valencia. Si es una ciudad, la que tenga más librerías
de viejo.
¿Prefiere los animales a la gente? Depende de
los animales y de la gente. En el caso de algunos vecinos míos, no sabría
diferenciarlos.
¿Es usted cruel? No, pero creo que
llegaría a serlo con quien lo es conmigo.
¿Tiene muchos amigos? Depende del valor
que demos a “muchos”. En una película francesa ambientada en el siglo XVIII, un
personaje, para describir lo que es el “humour” inglés, cuenta una anécdota. Preguntaron
al conde X si era preferible tener una o varias amantes. El conde meditó un
rato y al final preguntó a partir de cuántas podían considerarse “varias”.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Habría que
distinguir entre amistades circunstanciales, a las que no hay que pedir más de
la cuenta, y amistades íntimas, de las que espero sinceridad y una complicidad
que puede variar, según el caso.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Si me decepcionan o
me traicionan es que no eran amigos.
¿Es usted una persona sincera? Creo que
sí, pero todo depende de las circunstancias y de quién sea la otra parte.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Mi trabajo, mi
vocación y mis aficiones son mi libertad. No sé lo que es el tiempo libre.
¿Libre de qué?
¿Qué le da más miedo? Ciertas
enfermedades y ciertas condiciones sociales y políticas.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La mentira, el fanatismo, la agresividad de los desconocidos, la idiotez
colectiva y sobre todo esa enfermedad mental (o negocio lucrativo) que
últimamente se disfraza de soteriología política.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa,
¿qué habría hecho? Tal vez ser detective
privado o psicoanalista. En cierto modo creo que es lo mismo. Fantaseaba con
ser lo primero cuando leía novelas de quiosco, con ocho o nueve años. Estuve a
punto de ser lo segundo cuando sufrí una larga crisis, a raíz de la muerte de
mi madre. Incluso empecé el programa formativo que exigen los lacanianos para
ejercer.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Me aburre
mucho el deporte.
¿Sabe cocinar? Sí, pero solo lo que me gusta.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Lo que me gustaría
es practicar el espiritismo para hablar con algunos muertos inolvidables. Por ejemplo, con James
Joyce, con Giovanni Papini, con Kafka, con Edgar Poe…
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Supongo que la palabra «amor». Tengo más años que
Drácula, pero es algo a lo que no he renunciado nunca.
¿Y la más peligrosa? Ninguna
palabra es peligrosa por sí misma. Son peligrosas las personas que las
manipulan. Voltaire, campeón de la tolerancia, decía: más vale dejar escapar a
cien culpables que condenar a un solo inocente. La Pasionaria, que se creía
superior a Voltaire, rectificó: más vale condenar a cien inocentes que dejar
escapar a un solo culpable. No aclaró quién le había dado a ella el derecho de
decidir quién era culpable y quién inocente, y de qué delito. Me han contado
hace muy poco que todavía hay individuos que comentan la actividad de otros
diciendo en público: “¡A esos habría que fusilarlos!” Si es verdad que “los
caminos del Señor son infinitos”, parece que también lo son los del
autoritarismo y las dictaduras.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Una vez, cuando
tenía seis o siete años, tuve una discusión con un compañero de clase. Yo decía
“sutil” y él se empeñaba en decir “sútil”. Yo insistí. Y él, enfurecido, me
espetó: “¿y dónde está el acento?” Yo creo que en un momento así es de justicia
pensar en el asesinato.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Como muchos
desengañados de hoy, abracé el marxismo de joven. Pero el marxismo es una
interpretación de la historia, de una parte de la historia, y los métodos del
“Manifiesto comunista” para cambiar el mundo han caducado. La propia historia
lo fue demostrando en el siglo XX. El sistema capitalista ya no es el descrito
en “El capital” y en los “Grundrisse”, las fuerzas sociales y las relaciones de
producción son distintas. Para corregir hoy las injusticias y las desigualdades
hay que buscar soluciones acordes con las posibilidades y necesidades de ahora,
no resucitar momias para estafar a la gente.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Millonario.
¿Cuáles son sus vicios principales? Si por vicios
entendemos debilidades, leer historias policíacas, fantásticas y de
ciencia-ficción, y ver películas de estos géneros, aunque casi todas me parecen
abominables. Si por vicios entendemos inclinaciones secretas condenadas por el
puritanismo, no me atrevo a confesarlos. Algunos solo sirven para imaginarlos,
pero otros los he practicado con mucho gusto.
¿Y sus virtudes? No sé si serán
virtudes, pero soy leal con las personas que aprecio y trato de ser sincero
conmigo mismo.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Creo que me
acordaría de las mujeres que he querido y, puesto que las quise, las sigo
queriendo. Dante dice al final de la “Comedia” que el amor mueve el sol y las
demás estrellas. Se refiere al amor divino, pero yo creo que todo amor concebido
por un ser humano es necesariamente humano. Y creo que cualquier amor tiene capacidad
para mover la vida de una persona.
T. M.