En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Tomás Sánchez Santiago.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un pueblo de invierno con nieve, bares,
librerías, monte, calma, amor y gente amable.
¿Prefiere los animales a la gente? Me llevo
bien con los dos. A veces no los acabo de distinguir.
¿Es usted cruel? Solo con la imaginación.
¿Tiene muchos amigos? Sí,
bastantes. Han ido sumándose a lo largo de la vida.
¿Qué cualidades busca en sus amigos?
Generosidad, cordialidad, transigencia.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Me temo
que soy yo el que a veces los he decepcionado a ellos.
¿Es usted una persona sincera? No a
cualquier precio.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? No creo
en ese concepto burgués del “tiempo libre”. Ocupar el tiempo libre ya es
terminar con él, hacer de él “tiempo ocupado”.
¿Qué le da más miedo? El dolor.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Últimamente haber convertido la vacuna del coronavirus
en un producto de mercado al alcance de quien mejor puede pagarlo, en vez de
ser un bien universal.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Volvería a dar clases en
un instituto. ¿Para qué otra cosa puedo valer?
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Camino
todos los días entre 6 y 8 kilómetros. Cuando puedo, juego al mus. Eso es todo.
¿Sabe cocinar? Sí.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A uno que
la Humanidad ya hubiera olvidado. Por ejemplo, a Nikola Tesla.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Mañana.
¿Y la más peligrosa? Esa
expresión que dice de alguien que es un ser “muy humano”.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No. O no
lo recuerdo. De adolescente coqueteé con la idea de ser yo el muerto y a la vez
saber cómo sufría alguien por mí.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Estaré
siempre allá donde se imponga la comprensión, la compasión, la libertad y la
justicia. O sea, en cualquier sitio menos en un partido político.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una
mariposa.
¿Cuáles son sus vicios principales? Dejar
desatada la imaginación sin compuertas; hasta donde llegue. Durante un tiempo también
sentí dependencia de las croquetas de jamón.
¿Y sus virtudes? Quizás la capacidad de
escuchar. Y la paciencia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No lo sé.
Pero me gustaría despedirme de la vida viendo el rostro de mi madre.
T. M.