El año pasado pudimos conocer “M. El hijo del siglo”, en torno a los años en que Benito Mussolini llegó al poder, un texto ideal para conocer la Italia que vio venir y consolidar la ideología fascista. De esta manera, su autor, Antonio Scurati (Nápoles, 1969) –profesor en la Universidad IULM de Milán, articulista y autor de diez libros, entre ellos “El padre infiel” (Libros del Asteroide, 2014)– conseguía transmitir cómo el Duce, que, por cierto, al no hablar durante los tres primeros años le fue diagnosticado retraso mental –además, su padre era partidario de los castigos corporales–, se mimetizó con gran habilidad con los deseos de las masas.
El esfuerzo de documentación histórica, el enfoque estilístico y estructural nos llevaban en aquella ocasión a una lectura de cariz novelístico en que no hay en cambio nada fruto de la imaginación, con un Mussolini palpitante y con virtudes apropiadas para ser un líder nacional. Y ahora tal cosa tiene una gloriosa continuación por medio de M. El hombre de la providencia” (traducción de Carlos Gumpert), en que se siguen los pasos de este hombre siempre valiente y audaz, tremendamente ambicioso, impulsado por “la convicción de estar representando una fuerza considerable en los destinos de Italia y está decidido a hacerla valer”. De fondo, en ambos libros aparece una Italia en todos sus ámbitos, significativamente el literario, con D’Annunzio, que inspiró a Mussolini en muchos asuntos de índole personal y política.
Así, primero vimos a Mussolini desde que creó en 1919, en Milán, a los Fascios de Combate, germen del partido fascista, hasta que en 1924 dio un discurso en el parlamento que es considerado el inicio del régimen dictatorial; todo ello a medio camino entre la novela, la biografía y el libro de historia: un triunfal experimento literario doble, que ahora arranca en la Roma de 1925 –cada uno de los capítulos está titulado con el año en que se narran los sucesos hasta 1932– en que este sátrapa, ya convertido en el presidente del Consejo más joven de la historia de Italia, se enfrenta a los desafíos de un país en crisis.
La novela, de este modo, presentará las dificultades que Mussolini ha de afrontar para llevar a cabo sus retos autoritarios, con tensiones internas en el partido o en el ámbito parlamentario, deseos colonialistas… En todo ello no faltan los intentos de asesinato o incluso una relación con un joven llamado Adolf Hitler, que “lleva años solicitando el honor de ser recibido para entrevistarse con él. Hasta ahora [1926], sin embargo, Benito Mussolini siempre se lo ha negado”. Un fascista rechazando a otro.
Publicado en La Razón, 1-V-2021