domingo, 2 de mayo de 2021

Entrevista capotiana a Sara Olivas

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Sara Olivas.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Solo sé el lugar del que me gustaría salir: mi casa.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a mi gato antes que a muchas personas.

¿Es usted cruel? Diría que no. Aunque quizá habría que preguntarle a todos los exs a los que abandoné por amor propio, a las amigas que dejé en visto en whatsapp o a la Biblioteca Pública a la que le debo dos libros de Annie Ernaux.

¿Tiene muchos amigos? La típica frase de “cuento a mis amigos con los dedos de mi mano” es muy aplicable a mi vida. Cada vez soy más exigente conmigo misma y con mis relaciones, por lo que, no acepto migajas y si algo no encaja conmigo, no me gusta, le digo adiós con “Las manos”.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Honestidad, empatía, comunicación, sensibilidad, pasión, sentido del humor y… seguro que me dejo algo importante.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Me han decepcionado muchas personas a lo largo de mi vida. Lo siguen haciendo. Pero cada vez me duele menos. No esperar nada de nadie no duele. Nunca. Y a veces te llevas sorpresas bonitas.

¿Es usted una persona sincera? Últimamente me han dicho que peco mucho de ser sincera. Y también reflexiono sobre si esto es algo negativo o positivo. Creo que mucha gente no está dispuesta a escuchar verdades, sobre todo de las que duelen, o mucha gente miente tanto que ya considera la mentira su propia verdad. También te digo, han sido muchos años de sumisión, de tragar palabras, hostias y culpas, por lo que, ahora que me he quitado el bozal y he aprendido a hablar, no pienso callarme. 

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, escribiendo, estando con mis amigas y amigos, con mi gato, paseando por la playa y disfrutando de la naturaleza, viendo series que ya he visto antes que empezar nuevas que, posiblemente me encanten y, también perdiendo el tiempo e ideando mil proyectos que nunca me sacarán de pobre. O quizá sí.

¿Qué le da más miedo? Me dan miedo muchas cosas. Ahora que no me quiero morir, me da bastante respeto la muerte. También la inestabilidad emocional y económica. La crítica ajena. El machismo. Y muchas cosas más.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Que todavía haya hombres que no entienden un “No” por respuesta. Que todavía haya hombres que sigan explicándome cosas y opinando sobre mi cuerpo. Que haya personas que por no hacer autocrítica traten de infravalorar, menospreciar y humillarte a ti y a tu trabajo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? ¿Pero yo ya puedo considerarme escritora? ¿Ya tengo el carnet? La verdad es que no sé hacer otra cosa que no sea escribir, por lo que no me imagino una vida siendo otra cosa o algo que no tenga relación con el arte. Me encantaría ser actriz, por ejemplo. Pero, si hay que elegir, posiblemente me decantaría por algo que diera dinero.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Según mi móvil, cada día realizo mis 10.000 pasos y eso ya me pone feliz. Antes de la pandemia iba al gimnasio. No podía perderme mis clases de zumba o body combat. Me encanta dar puñetazos al aire imaginando caras conocidas. También practicaba twerking. Mover el culo y mostrarlo por instagram se me da genial. 

¿Sabe cocinar? Como saber, sé. Enciendo el fuego, bato huevos, pelo patatas, corto verduras y cebollas y después lloro. La cocina no es algo que me emocione y entusiasme mucho. Creo que cocino por pura supervivencia y por no morir de hambre.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Buf, siempre se me ha dado fatal elegir. Por eso estoy soltera. Pero, seguramente, elegiría a alguna mujer que considero poderosa y digna de admiración. Me encantaría mirar a los ojos a Angélica Liddell y decirle: tía, te quiero. 

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Resiliencia. O la palabra “bonica” dicha por mi abuela antes de morir.

¿Y la más peligrosa? Aliado feminista.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí. Y no me siento culpable por ese deseo.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Puedes leer mi poesía para darte cuenta de qué pie cojeo o seguirme por instagram.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Una cosa no sé. Pero siempre he querido ser un hombre.

¿Cuáles son sus vicios principales? El chocolate, los bares que ponen cacaos sin pedirlos y Fran Perea.

¿Y sus virtudes? Luchadora, defensora de las causas perdidas, cabezota, inteligente y feminista.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Se me viene la imagen de Alfonsina suicidándose y sonando de fondo: Te vas Alfonsina con tu soledad, qué poemas nuevos fuiste a buscar.

T. M.