viernes, 28 de mayo de 2021

Entrevista capotiana a Jose González

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Jose González.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Creo que sería la infancia, ese paisaje.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero no hacer comparaciones.

¿Es usted cruel? Cuando nuestras acciones responden a deseos, a inmediatez, se alberga en ello una cierta crueldad. Creo que no debería abstraerme o negarme a que el entorno en el que vivimos lo es, y por tanto, será que algo asumimos o aportamos. 

¿Tiene muchos amigos? «Los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano».

¿Qué cualidades busca en sus amigos? En un amigo busco amistad, sin premisas y sin condiciones. La amistad está cerca de lo honesto, lo confiado, el respeto…, etc. Cada amigo puede invocar uno o varios valores de eso que nos une y nos compensa y a menudo no sabemos explicar.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. La amistad es sobre todo eso, no dejarse llevar por el yoísmo.

¿Es usted una persona sincera? Lo intento. Esto deberían responderlo otros y otras por mi.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me gusta el campo.

¿Qué le da más miedo? Por ser directo y amplio: la falta de memoria.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Iría por la acepción más positiva. Me causa asombro y admiración el talento.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? No niego ser escritor porque escribo, pero no me define profesionalmente. Es algo que suelo remarcar. Me dedico al audiovisual, y me siento muy afortunado, cada proyecto me permite tener esa sensación de estar empezando de cero.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, y me gusta alternar. Destacaría los más moderados: caminar y nadar.

¿Sabe cocinar? Desde niño. Mi hermana y mi madre me enseñaron, y de algún modo me exigieron ese aporte en casa en términos de igualdad e independencia. Lo cual les agradeceré toda mi vida. Me gusta cocinar.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A mi abuelo. Sin haber esperado a esa oportunidad he escrito algunas cosas basadas en él con este: «Tú también vencerás».

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Paz.

¿Y la más peligrosa? Guerra. Así de predecibles ambas respuestas.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Nunca literalmente.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo que tengo unas convicciones de corazón y otras de pensamiento. Cruzo continuamente esas líneas. En todo caso, me siento muy lejano a esa tendencia de renegar lo que hemos heredado y construido. Aunque sea el primero que crea que es mejorable, que somos mejorables, y debemos avanzar.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Ganadero.

¿Cuáles son sus vicios principales? No soy de vicios.

¿Y sus virtudes? Tampoco soy de virtudes. Al menos no de creerme virtuoso en algo. También para eso estamos los unos con los otros, para contrastarnos.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Dentro de un esquema clásico la mayor representación de poder sería el que ejerce una madre sobre su hijo/a. En términos de dar vida. Una madre siempre estará entre esas imágenes.

T. M.