miércoles, 2 de junio de 2021

Entrevista capotiana a Luis Melgar

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Luis Melgar.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Qué pregunta tan difícil porque, como diplomático, cambiar de país cada pocos años es parte de mi ADN. He estado destinado en Egipto, en Guinea Ecuatorial, en Venezuela y en China. Mi marido y yo somos viajeros incansables y creo que no hay un solo lugar del mundo que no nos haya gustado, al que no volveríamos al menos una vez más. Sin embargo, si realmente tuviera que elegir, creo que me quedaría en España. Creo que la calidad de vida que tenemos es difícilmente mejorable, el carácter español es abierto y acogedor, tenemos historia, cultura, buen tiempo, una sociedad desarrollada, una enorme oferta de ocio… sí, diría que es una apuesta bastante segura si uno tiene que quedarse en un solo lugar sin poder moverse nunca de allí.

¿Prefiere los animales a la gente? En absoluto. Los animales me gustan mucho pero, desde mi punto de vista, las personas somos mucho más interesantes. Sobre todo, con las personas se puede hablar, y las conversaciones con los animales suelen resultar poco enriquecedoras.

¿Es usted cruel? Tengo muchos defectos, pero la crueldad no es uno de ellos. No me causa ningún placer hacer sufrir a los demás, más bien al contrario. No obstante, tengo que decir que la crueldad humana me interesa mucho. Quizá porque no la entiendo ni la comparto, ejerce sobre mí una cierta fascinación que me lleva a intentar conocer su origen, saber qué lleva a un ser humano a hacer daño a sus semejantes. Una de mis novelas favoritas es, precisamente, A sangre fría, de Truman Capote, y su análisis de la personalidad de los asesinos me parece apasionante. Obviamente no soy Truman Capote, pero en todas mis novelas suelo introducir al menos a un personaje profundamente cruel cuya psicología intento investigar.

¿Tiene muchos amigos? Sí. Soy bastante sociable y me gusta estar rodeado de gente a la que quiero y que me quiere. Por mi profesión, además, tengo amigos en todas partes con los que hago lo posible por mantener la relación a pesar de la distancia. En este sentido, y aunque ahora está muy de moda criticar las redes sociales, yo tengo que reconocer que a mí me ayudan mucho a seguir en contacto con amigos y parientes que viven en otros países.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Para mí lo más importante es que mis amigos sean buenas personas. Intento alejarme de gente mezquina, cruel, vengativa, envidiosa. Partiendo de esa bondad más o menos básica, cada uno tiene sus cualidades y yo hago lo posible por aceptar y querer a mis amigos tal y como son.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? La verdad es que no, aunque me preocupa más lo contrario, decepcionarlos yo a ellos. Hago lo posible por que no suceda pero no siempre lo consigo.

¿Es usted una persona sincera? Cuando era adolescente, mi madre solía decirme que era como el tenor de una ópera, que se sube al escenario y canta sus sentimientos más íntimos al público a voz en grito. En cierta medida, continúo siendo así. No me gustan las mentiras ni los secretos.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Soy bastante hiperactivo, así que hago muchas cosas en mi tiempo libre. Para mí es muy importante estar con mi familia y con mis amigos, a veces sin hacer nada especial más que disfrutar de una copa de vino en buena compañía o leyéndole un cuento a mi hija. Me encanta viajar y conocer otros lugares. Me gusta mucho leer y escribir, por supuesto, es mi gran pasión. También hago deporte, veo series de televisión, voy al teatro, escucho música, estudio idiomas… no suelo aburrirme, para qué vamos a engañarnos.

¿Qué le da más miedo? Creo que ya lo he dicho antes: decepcionar a la gente a la que quiero. Fallarles. No estar ahí cuando me necesitan. Eso me da pánico.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? ¿Pero la gente todavía se escandaliza?

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? ¡Egiptólogo! Egipto me fascina desde pequeño, así que no me hubiera importado nada hacerme arqueólogo y dedicarme a excavar tumbas en el Valle de los Muertos.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí, voy al gimnasio con regularidad. Los deportes que implican pelotas, sin embargo, se me dan bastante mal, aunque mi marido sigue intentando que me aficione a jugar al tenis, pero soy un auténtico show con una raqueta en la mano.

¿Sabe cocinar? Es un secreto pero sí, sé. Es broma, normalmente no suelo cocinar, pero por ejemplo en Nochebuena es tradición que me ocupe yo de hacer la cena y me encanta. Mi especialidad es el pavo relleno.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Creo que apostaría por Nefertiti, una mente política preclara que, sin embargo, ha pasado a la historia solo por su belleza. Un poco injusto, ¿no?

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Amigo.

¿Y la más peligrosa? Odio.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, nunca. En el sentido literal de la expresión, por suerte no tengo impulsos homicidas, y en el figurado… procuro huir de las explosiones de ira. No digo que siempre lo consiga, pero por lo general suelo intentar que un enfado no me nuble el sentido.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Suelo definirme como liberal europeo. Con eso quiero decir que no creo en un Estado omnipresente sino que prefiero que se deje un margen amplio para la libertad individual, aunque por supuesto creo en el Estado del bienestar, en pagar impuestos, el la redistribución de la riqueza, en la educación y sanidad públicas… En lo social me considero progresista, que para mí es la otra cara de ser liberal.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Si no fuese un ser humano, creo que me gustaría ser un delfín. Son unas criaturas fascinantes.

¿Cuáles son sus vicios principales? Dejé de fumar hace años, pero la tentación todavía me persigue.

¿Y sus virtudes? Eso es mejor preguntárselo a mi marido, que me ve con mejores ojos que yo.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Recordaría a las personas a las que quiero.

T. M.