miércoles, 22 de septiembre de 2021

Entrevista capotiana a Javier Torras de Ugarte

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Javier Torras de Ugarte.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Comenzamos con algo sumamente complicado… Como lugar de fantasía elegiría Hogwarts (o quizá Rivendel); como concepto de lugar, una biblioteca. Si debo concretar un espacio sería la casa en la que vivía cuando era niño. Ya no existe, pero aún sueño que vivo allí muchas noches.

¿Prefiere los animales a la gente? Si entendemos “gente” como una muchedumbre, como esa abstracción a la que se refieren los políticos cuando quieren tener razón, desde luego prefiero a los animales. Si hablamos de personas, de seres humanos, me quedo con ellos por encima de los animales. Si hablamos de mi Arya, la perrita que me encontró cuando ambos estábamos abandonados… Mejor no contesto, para que nadie se sienta ofendido.

¿Es usted cruel? Quiero pensar que no, o al menos, si lo soy, no lo ejerzo. En cualquier caso, si fuese cruel creo que lo sería sobre todo conmigo mismo.

¿Tiene muchos amigos? Seguramente más de los que merezco, aunque los amigos conviene medirlos más por su calidad que por su cantidad. En mi caso, me siento afortunado tanto en calidad como en cantidad.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? No tengo muy claro que los amigos se elijan o se busquen. Muchos de ellos llegan por casualidad, de rebote, por ser amigos de conocidos… Y se instalan en tu vida. Se convierten en amigos antes de conocer todas sus cualidades. Lo bueno de los buenos amigos (siento la redundancia) es que siguen siéndolo aunque no estemos de acuerdo en muchas cosas.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, no suelen hacerlo, y si lo hacen seguramente sea en la misma medida en que yo los decepciono a ellos. En cualquier caso, nadie es perfecto, todos podemos equivocarnos en determinados momentos. Si lo pongo en una balanza, son muchas más las veces que me pueden sorprender para bien que para mal.

¿Es usted una persona sincera? A veces pienso que la sinceridad está sobrevalorada. Nadie es completamente sincero, sería insoportable. También creo que la verdad, muchas veces, es un tema de perspectiva. Soy cauto a la hora de emitir juicios u opiniones, sobre todo si son negativas. Las palabras pueden hacer más daño que los puños, hay quien trata de ocultar una pésima educación en la sinceridad. Cada vez que alguien comienza una frase con un “te seré sincero” tiendo a pensar que todo lo demás que me ha dicho es mentira y que ahora pretende ofender a alguien, como si la sinceridad se esgrimiese solo para el insulto. Si hay algo peor que el exceso de sinceridad, es la mentira. Con quien sí soy sincero sin paliativos es conmigo mismo.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Me encanta leer, adoro el cine. Creo que estoy suscrito a todas las plataformas que emiten series y películas, y en mi casa no caben ya más libros (a pesar de lo cual siguen entrando todos los meses). También soy muy aficionado al arte, visito exposiciones cuando puedo y viajo para conocer los vestigios de antiguas civilizaciones. Me gusta el deporte, soy muy futbolero y puedo pasar fines de semana enteros viendo partidos. Teatro, conciertos, cenas… No me privo de nada que me haga feliz. También adoro dormir.

¿Qué le da más miedo? Las alturas y los sitios cerrados. No puedo con ellos. Cada vez que subo a un ascensor lo paso realmente mal. Tengo un sueño recurrente: subo a un ascensor que no deja de elevarse hasta salir del edificio. Y sigue hacia arriba hasta que me despierto gritando de espanto. Esos son mis miedos atávicos, los más profundos son que mis seres queridos sufran o enfermen y las incertidumbres.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? En la película Casablanca, el capitán Renault entraba en el Rick’s Café al grito de “¡Qué escándalo! He descubierto que aquí se juega”, para acto seguido recibir sus ganancias en las apuestas. Creo que los escándalos de la actualidad tienen mucho de esa hipocresía. Sin embargo, sigue habiendo cosas que deberían escandalizarnos a diario: las enormes desigualdades, el hambre, la guerra, los que mueren en busca de una vida mejor, la violencia en todos sus planos, el machismo, el racismo… Tampoco en esto nos podemos privar de nada, hay donde elegir.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Quisiera responder: estrella del rock. Eso me hubiera gustado, pero no tengo dones para ello. Habría sido profesor, que es más digno, más bonito y más honorable… Pero, quizá, menos divertido. No concibo una vida “no creativa”, lo siento.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Antes jugaba al fútbol, iba al gimnasio, hacía boxeo de mantenimiento… Pero desde que una hernia me dejó doblado hago poco más que caminar.

¿Sabe cocinar? ¿Hacer pasta, freír huevos y hacer sándwiches es cocinar? Entonces soy un verdadero experto.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Ahora mismo diría que sobre Irene de Atenas, la única emperatriz romana que se hizo llamar emperador. Tuvo una vida apasionante en un momento muy convulso de la historia. Si hubiese podido llevar a cabo todos sus planes, es muy posible que el mundo fuese, hoy en día, muy distinto a como es. ¡Y vivió en el siglo VIII! También a H.P. Lovecraft.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Libertad.

¿Y la más peligrosa? Creo que libertad también, dado como se tergiversan, estiran y deforman las palabras según quien las utilice.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Querer, querer… Si alguien ha conducido por Madrid sabrá que la respuesta a esa pregunta no es nada políticamente correcta. Pero no, nunca me he atrevido a pensarlo en serio. Creo que sería un pésimo asesino, tengo una conciencia enorme que me atormenta por nimiedades, no quiero ni imaginarme qué haría conmigo ante algo tan atroz. Además, la violencia en todas sus formas me repugna… Excepto en los atascos.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Creo en el estado de bienestar, en la necesidad de construir una sociedad solidaria e igualitaria. Creo en las libertades individuales y en las obligaciones para con nuestros conciudadanos. Creo en la cultura y la educación como vehículos de progreso, en la ciencia como una necesidad básica. Creo en el multiculturalismo como un enriquecimiento necesario en cualquier sociedad, en los valores humanos y éticos, en la tolerancia, la generosidad y el reparto de las riquezas y los recursos. También creo en el esfuerzo, el trabajo y el merecimiento. ¿Algún partido político suscribe mis creencias? ¿Todos? ¿Por qué no empiezan a ponerlo en práctica?

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un espía o un actor. ¿Son cosas distintas? O un viajero del tiempo…

¿Cuáles son sus vicios principales? Por suerte he ido abandonando mis vicios confesables: tabaco, coca cola, cerveza… Mantengo alguno que es mejor no publicitar y otros más sanos como leer y la pizza… Bueno, aunque la pizza no sea tampoco demasiado sana.

¿Y sus virtudes? Creo que soy buena persona. Me gusta escuchar y aprender y puedo llegar a ser muy divertido cuando tengo confianza.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Probablemente fueran rostros de personas, todas las que he querido a lo largo de mi vida. También habría momentos felices e intensos: cuando entré en la pirámide de Micerinos, cuando visité Notre Damme, cuando pisé el suelo de Santa Sofía… En cualquier caso, ¡menuda agonía! Preferiría morir rápido y no ver nada.

T. M.