sábado, 26 de febrero de 2022

Entrevista capotiana a Ricardo Gil Otaiza


En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Ricardo Gil Otaiza.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Un jardín. 

¿Prefiere los animales a la gente? Amo a los animales y amo a las personas. Ambos nos necesitamos porque somos compañeros de camino. No nos contraponemos, solo nos complementamos.

¿Es usted cruel? Si decir la verdad a quien no quiera oírla es una crueldad, pues hago el mea culpa.

¿Tiene muchos amigos? Siempre pensé que tenía pocos amigos, pero a raíz de la salida de mi familia del país y de quedarme solo en la casa, he podido comprobar que había más gente dispuesta a entrar en mi vida de lo que pensaba. Cuando salí de la cápsula en la que me hallaba anquilosado y me abrí al mundo de relaciones, fue entonces cuando todos esos lazos se hicieron presentes en los momentos más importantes. Sí, definitivamente, tengo muchos amigos.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Reciprocidad en los afectos, autenticidad, sinceridad, honradez, empatía e inteligencia. Nada distinto a lo que yo pueda ofrecerles.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? Sí, sobre todo cuando descubro que me utilizan para escalar posiciones. Me llevan los demonios el saber que actúan movidos por las bajas pasiones (entre ellas la rivalidad).

¿Es usted una persona sincera? Definitivamente, sí. Quizá sea una de mis más importantes cualidades. Suelo expresar lo que siento sin esconder nada. Posiblemente sea uno de los factores que haya traído más desafectos a mi vida.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Jamás me he preocupado por tener tiempo libre, porque siempre he hecho lo que me gusta: estar con mi familia, estudiar, dar clases y conferencias, leer, viajar, escribir libros, estar atento a los sentidos y al goce que traen consigo. Mis dos carreras fundamentales (la enseñanza universitaria y la literatura) las he llevado en paralelo.

¿Qué le da más miedo? Sin duda, la muerte.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? El atrevimiento de la ignorancia, la estupidez y la ceguera de la gente.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Montado y dirigido una orquesta bailable. Me gusta ver disfrutar a las personas.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Desde muy joven he considerado que el deporte no es bueno para la salud. No obstante, por si las moscas, practico ejercicios aeróbicos (caminata).

¿Sabe cocinar? No sabía cocinar hasta hace apenas unos pocos años. Una vez que mi familia se marchó, me vi en la perentoria necesidad de aprender. No es que sea un chef, pero me defiendo como gato patas arriba.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Jorge Luis Borges.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? ¡Mañana!

¿Y la más peligrosa? ¡Guerra!

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Por supuesto. Hay gente que me ha hecho mucho daño.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Detesto al marxismo-leninismo por el grave daño que le han causado a Venezuela. Mi postura política es todo aquello que los adverse.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un árbol gigantesco.

¿Cuáles son sus vicios principales? Soy adicto al café, a los postres, a la lectura y a la escritura.

¿Y sus virtudes? No tener otros vicios.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Lo que fue mi vida: lo alcanzado y lo que se quedó en el tintero.

T. M.