Hace cinco años que murió Zygmunt Bauman, a una edad muy avanzada, y estos datos son clave para adentrarnos en su vida mediante esta su primera biografía, magníficamente escrita por la socióloga polaca Izabela Wagner. Esta elige un momento muy significativo para dar inicio a su libro (traducción de Albino Santos Mosquera), esto es, un día de 2013 en que el celebrado teórico de la «modernidad líquida», de ochenta y ocho años, estaba a punto de dar una multitudinaria conferencia en Breslavia, con cámaras de televisión pero también con una presencia non grata. Que hubiera dos guardaespaldas custodiando al pensador ya indicaba que algo no podía ir bien, y en efecto, una serie de radicales de ultraderecha quieren boicotear el acto con alaridos y proclamas anticomunistas, y que usan un símbolo antaño utilizado por organizaciones antisemitas y fascistas en el periodo de entreguerras.
Pues bien, esta desagradable anécdota, que acaba con
la irrupción de la policía y la retirada de esos jóvenes agresivos, ejemplifica
lo que fue la vida de un hombre que desde sus tiempos de infancia en Poznan,
tuvo que sufrir una abyecta marginación por su condición judía. De este modo,
tenía que sentarse en los “bancos gueto” en la escuela a raíz de la imposición
de unas leyes raciales. De hecho, como tantas otras familias en Polonia, su
familia tuvo que escapar de la amenaza nazi y se avino a la ideología comunista
de joven. Wagner pasa por todas estas etapas con gran pulso explicativo, y
vemos a Bauman alistarse en el ejército polaco, siendo oficial de un cuerpo
militar del régimen prosoviético, participar en la Segunda Guerra Mundial y apoyar
el nuevo régimen surgido en la Polonia de posguerra.
Así, la
trayectoria del autor de “Modernidad líquida” (2000) también lo es de esta
Europa escindida que volverá a sufrir más totalitarismo, pues de nuevo
seguiremos sus pasos en 1968 cuando, a consecuencia de las purgas antisemitas,
se viera obligado a abandonar su país para establecerse en Israel y, más tarde,
en Inglaterra, hasta que se jubiló en 1991 y se convirtió en una estrella
internacional del pensamiento moderno.
Publicado en La Razón, 26-II-2022