En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Antonio Parra Sanz.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Pues teniendo en cuenta que siempre había soñado
con el mar cuando vivía en Madrid, y desde hace ya un cuarto de siglo tengo la
suerte de disfrutarlo, me quedaría en Cartagena, aunque tratando de acercarme a
ese mar todavía más: una pequeña casita frente a él, por ejemplo, completaría
el cuadro, pero eso sí, bien comunicada para seguir recibiendo libros.
¿Prefiere los animales a la gente? Hay
ocasiones en las que me he hecho mucho más amigo de mi perro que de otras
personas, como decía Lord Byron, porque la gente se gana a pulso el abandono.
Pero luego regresa el optimismo, y uno se da cuenta de que hay muchas personas
lo suficientemente buenas o interesantes como para que merezca la pena acercarse
a ellas.
¿Es usted cruel? Yo diría que no,
intencionadamente al menos. Procuro no ir haciendo el mal por ahí, eso tampoco
me convierte en un mártir que ponga la otra mejilla, a veces llega alguien
retorcido con el mal por bandera, y no está de más ponerle en su sitio, aunque
sea con una pizca de crueldad, más que nada para que no repita.
¿Tiene muchos amigos? No sé si son muchos,
pero quiero pensar que son buenos, obviamente no se puede gustar a todo el
mundo, y a veces uno se genera enemigos incluso sin querer, pero al menos puedo
estar tranquilo al contar con ese puñado de personas que sabes que no te
decepcionarán.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? A ser posible
grandes dosis de sinceridad, especialmente para lo negativo, creo que no hay
nada más importante que el hecho de que un amigo te advierta de que has hecho
algo mal, o de que estás perdiendo el norte, eso le da el verdadero valor,
porque ser amigo para lo bueno es extremadamente sencillo, lo difícil llega
cuando hay que advertir sobre un defecto, o un error. Yo tengo a varios ya
advertidos para que me den una buena bofetada si alguna vez ven que dejo de ser
yo o pierdo el contacto con la realidad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Quien no se haya
llevado alguna decepción con un amigo mentiría, va en la naturaleza del ser
humano, pero luego hay decepciones de distinto calibre, algunas disculpables,
otras no, y esas ya sabemos cómo terminan. De todas formas uno siempre se
repone, y hace nuevos amigos, si no fuera así, triste sería nuestro panorama.
¿Es usted una persona sincera? Procuro
serlo, sí, y eso a veces me acarrea más de un problema, pero no soporto la
hipocresía, prefiero antes a una persona con la que tenga que chocar, pero que
venga de frente, que otra de esas sinuosas, que no sabes por qué lado te va a
asestar la cuchillada. Así que intento yo mismo no practicar la hipocresía y
ser todo lo coherente que pueda en mis acciones.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Leyendo, por encima
de todo, pero también con el cine, o disfrutando con los míos de una buena
comida, una buena reunión, una buena tertulia, y al llegar a casa otro buen
rato de lectura.
¿Qué le da más miedo? La muerte.
Lo siento pero no puedo con ella, no sé si será por falta de fe o por egoísmo,
pero no quiero salir de este mundo, aunque sé que aquí nadie se queda, pero amo
tanto la vida y lo que tengo que sólo pensar en perderlo me provoca pánico.
Pienso que me queda tanto por leer, por hacer, por disfrutar, que necesitaría
una buena prórroga vital. Pero veo que peco de egoísta, me aterra también que
le pase algo a los míos y no poder evitarlo.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? La mentira y la manipulación me asquean, en el ámbito que
sea, pero sobre todo en lo público, sigo sin admitir que un servidor público
mienta y se aproveche de su cargo, porque con ello lo que hace es engañar al
pueblo, a sus conciudadanos, a los que le han puesto ahí, por lo tanto no hay
mayor grado de hipocresía y mendacidad.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Pues la verdad es que no lo
sé, y eso que durante mi vida he ocupado numerosos trabajos (oficinista,
camarero, aprendiz de periodista, etc.). Pero al final no me vería sin hacer
nada creativo, le diría que de no haber escrito, hubiera querido ser músico,
pintor o director de cine, pero como ve, todo vinculado a la creatividad.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Menos del
que quisiera y menos del que debería, y que no me escuche mi cardiólogo. Nunca
me ha gustado correr, ni tampoco el gimnasio, soy más de deportes colectivos,
porque lo que enriquece es el contacto con la gente, pero el fútbol hace tiempo
que no es más que un recuerdo, así que ahora juego al pádel, o lo intento, con
resultados dispares hasta que termina el partido, luego ya viene lo mejor, el
rato de la cerveza y la expansión con los compañeros.
¿Sabe cocinar? Muy poco, tuve una época en la que
hacía algún pinito que otro, pero he perdido la poca mano que tenía, eso sí,
era un cocinillas algo extraño, incapaz de freír un huevo pero capaz de bordar
un buen solomillo al cabrales, por ejemplo. Así que cambié de bando y me hice
gourmet, que es mucho más cómodo y delicioso, pero eso sí, siempre soy
agradecido con quien me pone un plato de comida en la mesa.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Habría múltiples
opciones, pero así de pronto le diría que a Miguel Hernández, siempre me ha
provocado mucha curiosidad la lucha que debió de mantener de joven para
alejarse de un padre autoritario y de su destino de cabrero para alcanzar la
poesía. Y luego cómo esa vinculación con la literatura condicionó su vida hasta
el punto de entregarla a cambio de no renunciar a sus principios.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Me gustaría decir PAZ, pero tal y como están las cosas
creo que AMOR es la que más nos tendría que unir, y no únicamente en lo
romántico, sino como expresión de la bondad y del respeto a los demás, amar a
la gente significa no provocar el mal, dejar que cada uno viva como mejor le
parezca sin perjudicar a nadie. Cuando entendamos que esa es la vertiente más
completa y pública del amor, tal vez logremos enderezar un poco este mundo.
¿Y la más peligrosa? Muy fácil,
se llevan la palma ODIO e INTRANSIGENCIA, una por todo lo contrario a lo que le
decía en la respuesta anterior, porque causar el mal no puede provocar nada
bueno a nadie, ni siquiera al que lo causa, cuyo beneficio será ruin y falso. Y
en cuanto a la segunda, es un generador de maldades brutal, y está a la mano de
cualquiera, lo cual convierte la palabra en algo todavía más peligroso.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No, que yo pueda
recordar, me temo que no he pasado de desear en alguna ocasión arrearle un par
de guantazos a alguien, pero de ahí a algo mayor, no. Tal vez sea porque me
desahogo escribiendo novela negra, y ahí sí que mato a diestro y siniestro, lo
cual es muy reconfortante, hacerlo en el papel, me refiero, porque de paso te
puedes tomar pequeñas venganzas con ese alguien al que desearías arrearle algún
trompazo.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? ¿Me creería si le
dijera que hace unos cuantos años que me desmarqué de la política? Hoy me
gustaría afiliarme al “cordurismo”, si existiera algún partido que hiciera de
la cordura y la razón sus puntos fuertes, algo que echo mucho en falta en el
panorama actual. En cualquier caso, siempre estaré más cerca de la izquierda
(al menos de la que yo conocía) y de las formaciones que lleven por delante
tres pilares: respeto, progresismo y solidaridad.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Como le
decía antes, sin abandonar la creatividad, director de cine. Sigo soñando con
alcanzar uno de esos premios multimillonarios para tener dinero suficiente como
para hacer mis propias películas sin depender de producción externa.
Seguramente será porque así también se cuentan historias, así que de una forma
u otra, no logro alejarme de la literatura.
¿Cuáles son sus vicios principales? Una vez que dejé el
tabaco hace ya unos cuantos años (aunque todavía hay ocasiones en las que me
apetece fumar), me refugié en vicios más sanos, como la cerveza, el jamón, el
café (no sé vivir sin él), un buen arroz, del tipo que sea, una buena serie o
película, y leer, desde luego mi vicio principal es la lectura, y si es novela
negra todavía mejor.
¿Y sus virtudes? Uf, a esta pregunta
sí que no me gusta responder, creo que es pretencioso que uno mismo se elogie,
y que deberían ser los demás quienes mejor respondieran, pero bueno, una de la
que sí me enorgullezco, si es que es una virtud, es la discreción, quien me ha
confiado algún secreto lo sabe. Y que soy un trabajador por encima de todo, eso
también, y tendente al perfeccionismo, aunque eso quizá ya sea más defecto que
virtud.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Fuera de pedir ayuda
o querer un flotador, imagino que algunos momentos con mis padres y hermana, la
noche que mi mujer y yo nos conocimos o el día que nació mi hijo, quizá también
los momentos en que llega a mis manos un libro nuevo, o un café tomado con un
libro en el Café Oriente, de Madrid. Qué sé yo, quién podría controlar con qué
tipo de imágenes se quedaría en ese momento… Quizá sea mejor regresar a la idea
del flotador.
T. M.