martes, 10 de mayo de 2022

De las falsificaciones en el arte a la asistencia sexual

Nada más empezar el primer capítulo, en que se combina tanto el deseo sexual como el impacto de una enfermedad y lo mortuorio, está claro que estamos ante una narración intensa, de gran ahondamiento psicológico. He aquí el contundente debut narrativo de Emili Albi (1979), director editorial de un sello de no ficción y autor de dos poemarios en catalán. En la novela, que irá presentando asuntos considerados tabúes, el lector podrá sentir, intrigado hasta la última página, los acontecimientos que llevan al protagonista a padecer una angustia que se recrea de una manera magníficamente vívida.

Así, Ernesto, padre de familia, con un matrimonio en horas bajas y responsable de una galería de arte, tendrá que verse, a veces de forma voluntaria, como si tuviera un instinto autodestructivo, en varios flancos peliagudos: el chantaje de un viejo conocido de su padre, que destapa que su negocio de arte antaño no era del todo limpio, la enfermedad terminal que sufre su hermana, y un ámbito realmente muy novedoso en lo literario: la asistencia sexual a los enfermos incapacitados.

Albi es muy valiente al incursionar en ello, y consigue que el galerista, con la fuerza de su voz, a lo largo de sus encuentros y decisiones complicadas, conecte con el lector casi como si de un thriller se tratara. De tal modo que “La amante ciega” acabará siendo el desarrollo de una investigación propia y un descenso al mundo de las falsificaciones, con la sombra de un legado paterno que ahora se vuelve en contra.

Publicado en La Razón, 7-V-2022