En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Enrique Vaquerizo Domínguez.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La ciudad de La Paz.
¿Prefiere los animales a la gente? Depende de qué animales y de qué gente, claro.
¿Es usted cruel? Intento no serlo.
¿Tiene muchos amigos? Sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que no me aburran.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Sólo cuando me aburren.
¿Es usted una persona sincera? Depende de la combinación que exija cada momento entre sinceridad y
educación.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Viajando y últimamente viendo vídeos en YouTube sobre unos vietnamitas
que sobreviven en la selva sólo con un cuchillo.
¿Qué le da más miedo? Que todo pase demasiado rápido.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Que me den las bolsas en el supermercado sin abrir y las
colas eternas de los bancos.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Me hubiese gustado ser guía
turístico de un free tour.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? No.
¿Sabe cocinar? Sí.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Alejandro Magno.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Todavía.
¿Y la más peligrosa? “Vamosviendo”.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Muchos días en la cola del supermercado, pero luego se me pasa muy
rápido.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Desde hace algún tiempo suelen estar relacionadas con la pregunta
anterior.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Guía turístico de un free tour.
¿Cuáles son sus vicios principales? Demasiados.
¿Y sus virtudes? La
constancia.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Las lecciones en las que aprendí a nadar.
T. M.