sábado, 10 de febrero de 2024

De «¡Viven!» a «La sociedad de la nieve»: antropofagia justificada


Antaño, la naturaleza inhóspita era fuente e incluso vivencia para muchos escritores: en 1851, Herman Melville publicaba la novela de un cetáceo blanco recordando su avatar en balleneros por los Mares del Sur ―su experiencia con los caníbales y su encarcelamiento, acusado de amotinarse; mil aventuras durante casi cuatro años en mares y archipiélagos―; y en ese mismo siglo XIX, en la África de los exploradores, a fin de descubrir el nacimiento del Nilo u otros parajes inéditos para el occidental, muchos se jugaron la vida frente al paludismo y la malaria, a los traficantes de esclavos o de marfil, a los ataques de caníbales tras ser víctimas de flechas o jabalinas.

Una centuria atrás, Daniel Defoe ofrecía una novela para la que se basó en un marinero escocés al que habían abandonado por indisciplina en una isla desierta. Así, el por entonces periodista londinense recreaba lo que era sobrevivir para Robinson Crusoe, que, además de luchar con las fuerzas de un hábitat inmisericorde, lo hacía contra los caníbales y los piratas. El planteamiento estaba claro: someter al individuo al aislamiento más extremo y ver cómo se las apaña para sobrevivir. El hecho diferencial es que el visitante “civilizado” era un trozo de carne para el salvaje lugareño y hubiera sido impensable, incluso en el terreno de la literatura, ser una especie de Hannibal Lecter “avant la lettre”.

Demasiados estigmas sociales y morales cubren, por supuesto, el canibalismo para aceptarlo sin más. Cuando surge en literatura, es para efectos de morbosidad siniestra, como en la novela de Chuck Palahniuk “Los jóvenes salvajes”, en que se encierra a diecinueve personas sin apenas víveres, para sacar de ellos lo peor de sus instintos y ambiciones mediante una excusa artística. Esos personajes van a mutilarse, comerse, matarse. Muy diferente era el caso que exponía “¡Viven!”, del británico Piers Paul Read (1941), que en su mismo año de publicación, 1974, tuvo traducción española: “¡Viven! El triunfo del espíritu humano”. La historia, tan de actualidad gracias a la película recién estrenada “La sociedad de la nieve”, fue un libro superventas, y tuvo un gran resurgimiento editorial en 1993, cuando se estrenó la película de igual título dirigida por Frank Marshall.

En estas fechas, asimismo, se repite el fenómeno: un libro de 2008, “La sociedad de la nieve”, de Pablo Vierci, y que editó Alrevés hace dos años, ha servido para llevar a cabo el film del español Juan Antonio Bayona. De hecho, el citado escritor y guionista uruguayo, que ha obtenido importantes premios tanto en el campo de la literatura como en del cine, creó un trabajo en que consiguió dar voz a los dieciséis jóvenes que sufrieron la tragedia de los Andes aquel lejano 1972, después de un accidente de avión, y recurrieron a la antropofagia. El autor se basó, a su vez, en un documental homónimo de Gonzalo Arijón que contaba tamaño drama. En realidad, ha habido un alud de libros sobre todo ello, a destacar “Tenía que sobrevivir” (2016), que escribió uno de los supervivientes, Roberto Canessa, al alimón con el propio Vierci. En total, fueron setenta y dos días los que vivieron aislados en la cordillera los que, para seguir con vida, acabaron comiéndose a sus amigos y compañeros de equipo de rugby que acababan de perderla.

Publicado en La Razón, 8-I-2024