sábado, 6 de abril de 2024

Entrevista capotiana a Aurora H. Camero

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Aurora H. Camero.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Santa Marta, Colombia, en una chambre lo más cerca del mar, a ser posible con balcón, durante la época de lluvias.

¿Prefiere los animales a la gente? Entre personas y animales, prefiero las plantas. Disfruto mucho del silencio.

¿Es usted cruel? Conmigo misma. Soy muy autoexigente y tengo poca tolerancia a la frustración.

¿Tiene muchos amigos? Los necesarios, aunque quisiera vivir rodeada de más mujeres.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que nos una algo más que el ocio. Las capitales son lugares donde es fácil perder el sentimiento de comunidad. En la amistad busco espacios de crecimiento mutuo, ternura radical y responsabilidad afectiva.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No, en la medida en que pongamos en común nuestros sentimientos llegado el caso de un disgusto o desencuentro.

¿Es usted una persona sincera? Valoro mucho la transparencia, soy sincera en la medida en que me vulnero. Si siento que no puede ser así, dejo que pasen los días hasta que tales sentimientos se reacomoden.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Escribiendo. Compartiendo mis vivencias con otras mujeres. Y haciendo collage.

¿Qué le da más miedo? Estar a la altura de mis propias expectativas.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Las conductas machistas y las relaciones tóxicas. También la transmisoginia, el racismo, la xenofobia y el capacitismo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Integradora social, ya sea en casos de peligro de exclusión social, drogodependencia o maltrato.

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Yoga, pero muy de vez en cuando. Me encantaría tener tiempo para inscribirme en artes marciales mixtas.

¿Sabe cocinar? Muy bien. Especialmente la gastronomía del pacífico colombiano.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? A Violeta Parra o a Víctor Jara. Adoro la nueva trova chilena, a parte de que el contexto del golpe de estado de Pinochet y su relación con la música protesta es un tema que me obsesiona.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Viraha, del Hindi. Es la sensación de descubrir cuánto amas a alguien tras separarte de esa persona.

¿Y la más peligrosa? Odio, en cualquier lengua.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A mí misma, aunque fallé las suficientes veces como para empezar a amarme.

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy transfeminista, decolonial, me preocupan de sobremanera las infancias disidentes (ya sea de género u orientación sexual) y las infancias migrantes. No practico el veganismo, aunque soy crítica con el especismo y la explotación agrícola y animal.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un jaguar, pero sin dejar de ser bollera.

¿Cuáles son sus vicios principales? El sexo, el alcohol y la escritura.

¿Y sus virtudes? Mi fe en seguir viva.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Supongo que un rostro-mosaico de las personas que amo, fragmentos inconexos de paisajes y encuentros sexuales, quizás algún verso o una frase irónica de Roberto Bolaño.

T. M.