jueves, 20 de febrero de 2025

Entrevista capotiana a Susana Hornos

En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Susana Hornos.

Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? La granja donde viví hasta los dieciocho años con mi familia, a unos kilómetros de Logroño. Al crecer la ciudad y ser terreno rústico, nos tuvimos que ir, hoy es una mole de pisos. Yo sigo viendo las ovejas, mis gallinas, los perros ladrando, las adelfas de colores y a mi abuela Cresten con la manguera. Podría vivir siempre ahí hasta el infinito. No extrañaría nada.

¿Prefiere los animales a la gente? Prefiero a la gente aunque amo a los animales. Pero prefiero a los animales a un fascista, un Trump, un Milei o un Abascal, incluso a las alimañas.

¿Es usted cruel? No. No me enorgullezco de ello. Me hubiera gustado en algún momento de mi vida serlo. Aún estoy a tiempo supongo.

¿Tiene muchos amigos? Sí, muchos y de muchas partes del mundo que es algo con lo que disfruto, crezco y sobre todo me llena de alegría.

¿Qué cualidades busca en sus amigos? Hoy en día he cambiado, busco sobre todo que respeten mis tiempos, soy muy huidiza y ermitaña, ellos lo saben, saben que necesito desaparecer, que me cuesta estar siempre, mis verdaderos amigos me conocen, lo aceptan y no insisten.

¿Suelen decepcionarle sus amigos? No. Estoy echando la vista atrás mientras te contesto tratando de recordar. El año pasado viví una decepción muy dura por parte de un amigo, tanto mío como de mi familia, pero lo que al  final descubres es que nunca fue un amigo. Así que no sé si encajaría aquí.  También cuando falleció mi marido, mucha gente de nuestro alrededor desapareció, pero él ya me había advertido que eso iba a ocurrir, así que me había preparado para la decepción, me defendí antes, me limité a sonreír y pensar que hay cosas que son irremediables, y está bien que así sea.

¿Es usted una persona sincera? No siempre, soy más directa que sincera. A veces el evitar el conflicto te hace guardarte cosas, aunque a la vez muchas compañeras me preguntan a mí dicen porque saben que no ando con paños calientes. Eso suele ayudar mucho en las relaciones, a la larga, la franqueza, aunque toque digerirla en el presente,  se agradece después.

¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Principalmente leyendo y viendo amigas, adoro también tiempo de calidad con mis padres en Fuenmayor o Logroño, camino horas siempre que puedo y me gusta el deporte. Irme sola al cine también me encanta.

¿Qué le da más miedo? Hoy, gente joven votando al fascismo sin saber siquiera lo que fue y es. Chicos jóvenes dando palizas a chicos jóvenes al grito de ¡maricón! Chicas jóvenes hablando de feminazis y repitiendo esquemas de machismos que creíamos superados.

¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? Escandalizar nada que recuerde, pero sí me repelen algunos actos, por ejemplo lo de Ana Obregon, el circo, el uso de la muerte…no lo digiero. Mis padres han vivido la perdida de una hija y no hay día que no me den una lección de vida, por supuesto, con todo el desgarro y la tristiza infinita que deberán soportar siempre; justo porque sé lo que es el dolor, no digiero que alguien utilece la perdida con ese mercantilismo.

Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida creativa, ¿qué habría hecho? Estaría en el campo, aun hoy miro estudios de horticulura o relacionados con las plantas, miro los tiempos, las horas, los precios, cómo podría organizarme…No lo descarto. Unos mastines, un hogar de leña, el pico, una tornadora, una azada…

¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Voy al gimnasio donde puedo hacer pilates, nadar o spinning, pero también voy a kick boxing y voy a retomar tiro al arco (ya tengo mi licencia) y soy pesada, pero soy de caminar mucho.

¿Sabe cocinar? Amo cocinar, unas cosas mejor que otras… pero me defiendo.

Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Caridad Mercader. No tanto por inolvidable pero me ocurre como con Hildegart (La virgen roja, ¡vayan a verla!) me produce escalofríos y una profunda curiosidad su vida, todas las traiciones que vivió y cometió, la relación con sus hijos, con el exilio y te diría con el odio. Volvemos a él.

¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Salud. Cuando no está, la esperanza tampoco.

¿Y la más peligrosa? Dos: Fascismo. Miedo.

¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Sí, en realidad lo que he querido es que desapareciera. Sufrí su acoso durante más de dos años, en sueños lo mataba para que el miedo se me fuera…

¿Cuáles son sus tendencias políticas? Memoria, Izquierda y Feminismo.

Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Arquitecta o algo relacionado con la construcción. Me compro cuadernos de cuadraditos y sueño y hago planos de casas imaginadas, hasta adoro el olor a cemento húmedo de las obras.

¿Cuáles son sus vicios principales? Vino de Rioja, es un vicio y es un placer. O un Malbec argentino, un Mencía del Bierzo, un Ribera, un somontano de Aragón….y caminar, si estoy más de dos o tres días sin caminar me vuelvo irascible.  Y el bacalao a la riojana de mi madre.

¿Y sus virtudes? Disciplina y escucha. Todo lo demás sube y baja. Pero de estas dos puedo sentirme orgullosa.

Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Mi hermana y mi marido riéndose. Ojalá volver a estar con ellos. Así me iría llena de paz y amor. También vería una niña con sus dos coletas rubias subida a lomos de un mastín y saltándole las lagrimas de la risa entre el romero y la  jara extremeña.

T. M.